Primera | Mallorca 1 - Atlético 0
El Atlético pierde el rumbo
Pésima imagen del Atlético, que no tuvo ni una opotunidad clara ante el marco de Moyá. El Mallorca necesitó hacer muy poquito para llevarse el encuentro. Arango anotó el único tanto.
Hay formas y formas de perder. El Atlético eligió en Son Moix la más dura de ellas. Los de Aguirre completaron en Mallorca uno de sus peores encuentros en lo que llevamos de temporada. La marcha de Torres dejó un hueco que en teoría debían haber rellenado entre todos, pero este equipo comienza a padecer otra dependencia, la de Agüero. Sin el argentino, y con un once con muchas bajas, se hizo patente la falta de banquillo que sufre este equipo, que no cuenta con recambios de garantías y empieza a padecerlo. Al menos se mantiene en puestos de Liga de Campeones tras el pinchazo del Espanyol.
El Atlético fue cualquier cosa menos un equipo que se está jugando semana tras semana afianzarse en los puestos de Champions. El conjunto de Aguirre era un desastre en casi todas sus líneas. La defensa, con Pablo y Eller, mostraban una actitud contemplativa, sin presionar a los rivales sin balón, que siempre recibían con tiempo suficiente para pensar y ejecutar con acierto. Pernía sigue siendo una sombra de lo que fue en Getafe, sin acierto en defensa ni ataque, y a Valera no le valió sólo con la voluntad que siempre aporta, ya que el tanto que abrió el marcador llegó por su banda.
El gol, obra de Arango llegó en el minuto 21, ante una defensa completamente pasiva, y con un Abbiati que volvió a ser de las suyas al despejar al centro de su área un remate de Varela. El venezolano cazó el rechace y le hizo un 'cañito' al guardameta. Antes había dado algunos avisos el Mallorca, pero lo más preocupante era la falta de reacción rojiblanca. A la ya mencionada 'poco afortunada' defensa en el día de hoy, la media n es que estuviera ayudando demasiado. Motta, el llamado a ser el Redondo del Atlético, sigue siendo simplemente Motta, y para más señas el del Barça, poco participativo y con frecuencia fuera de sitio, donde no aporta lo que tanto se le reclama, que organice. Luis García sigue con su declive personal, y Cléber simplemente no estuvo. Podemos salvar de la quema, y siendo generosos, a Reyes, no por acierto, sino por la actitud que tanto tiempo llevaba reclamándole la afición colchonera.
Tras el tanto bermellón llegó una tímida reacción de los de Aguirre, aunque para ser más fieles a la realidad lo que llegó fue un tiempo de descanso del Mallorca, que entregó el balón al Atlético y esperó a ver que hacía. Lo que vio fue desolador. El conjunto madrileño, completamente fuera del encuentro, no era capaz de construir una jugada con peligro. La precipitación se adueñaba de los de Aguirre, que regalaban continuamente balones a Ibagaza y compañía. Todos los jugadores que se encontraban por delante del balón permanecían estáticos una jugada tras otra, sin ofrecerse, sin ayudar al compañero que la tiene a encontrar un destino al cuero. Poco antes del descanso, en el 46, Arango estuvo a punto de hacer el segundo tras una jugada de Güiza, pero su remate se, marchó alto por poco. Al descanso más de uno se le venía a la cabeza aquello de que el Atlético sufre bajones en las segundas partes (palabra de Aguirre),
Un equipo sin dirección
En la reanudación el Atlético salió más enchufado. Se adueñó del balón desde el comienzo y, salvo un error defensivo que terminó con Güiza encarando a Abbiati aunque definiendo de forma nefasta, no pasaba por apuros. Pero nada más. El equipo seguía siendo incapaz de crear peligro, de dar la sensación de que podía empatar el encuentro, con lo que el Mallorca veía plácidamente como el reloj corría a su favor.
Aguirre reaccionó dando entrada a Agüero en lugar de Mista, tan desafortunado com0o su pareja de ataque en el día de hoy. Tanto él como Forlán, contagiado de la tónica del equipo, habían pasado inadvertidos en la primera mitad, casi siempre actuando lejos del área. Pero la entrada del 'Kun' no mejoró la imagen de su equipo, más preocupado a estas alturas de discutir con el colegiado que por el discurrir del juego.
Conforme se acercaba el final, el Atlético iba incrementando el acoso al marco de Moyá, que sólo había recibido en todo el encuentro dos disparos entre los tres palos, lo que dice mucho de un equipo que atacaba ya a la desesperada. Parecía más factible el segundo del Mallorca en una contra, más aún con la entrada de Trejo, que el empate. Sólo en jugadas a balón parado, donde las fuerzas se igualan (y el débil era hoy el Atlético) hicieron que la grada del Ono Estadi temiera por el resultado. Pero los miedos se acabaron en el minuto 40, cuando Reyes, desquiciado con el árbitro, cometió una absurda falta para ver la segunda amarilla e irse directo al vestuario (se pierde el próximo encuentro en el Calderón, por suerte para él).