Copa del Rey | Valencia 1 - Atlético de Madrid 0
Clos y Pablo, S.L.
El Atlético jugó un partido deplorable, el árbitro expulsó a Motta porque le dio la gana, Pablo regaló otro gol y el Valencia fue incapaz de sentenciar a un rival rendido. Así dicho suena mal, pero hora y media pegado a la tele fue aún peor.
Lamentable Atleti. Sí, la roja a Motta a los 25 minutos lo condicionó todo. Sí, el Valencia sólo marcó porque Pablo le regaló un gol a Silva. Da igual. La imagen del Atleti es cada día peor. Antes, siempre daba la sensación de que en sus partidos iban a pasar cosas (buenas, digo). Últimamente, sólo se ven errores, tedio, balonazos, mediocridad. La estampa anoche de Agüero y, luego, Forlán abandonados a su suerte, intentando inventar una genialidad salvadora, recordó demasiado a Fernando Torres. Y ya saben cómo acababa aquello. Aguirre debe reaccionar ya.
Clos, un visionario. Hay gente con superpoderes, eso ya se sabe. Las madres adivinan lo que te pasa aunque lo ocultes, las novias hablan idiomas ininteligibles, los amigos siempre encuentran algo aprovechable en tu nevera y los árbitros son los únicos seres que viven simultáneamente en dos realidades, la suya y la de los demás. Bueno, pues el mundo privado de Clos Gómez debe ser la risa, porque el tipo no estuvo en Mestalla ni un minuto anoche. La expulsión de Motta no tiene ni pies ni cabeza. El hombre baja el nivel de su gremio ¡¡¡El de árbitros!!! Madre mía. Nunca pensé que escribiría esa frase.
Motta, marcado. Se fue a la calle por un rifirrafe menor en un córner y una faltita en mediocampo. Las pocas veces que logra controlar su naturaleza desbocada, su fama llega a perseguirle. Los árbitros tienen espíritu justiciero, ya se sabe (con algunos, claro, Marchena tiene bula). Lástima para un jugador con condiciones de estrella. Lo que está claro es que el Atleti no puede fiar su éxito a que Motta aguante en el campo. Digan lo que digan Cerezo y Gil Marín, hay que fichar.
Pablo suma y sigue. Las cuatro reglas básicas para cualquier central del equipo del colegio: 1. No pasar al rival, ante la duda, tírala lejos. 2. Mejor hacer una falta que permitir un gol. 3. No perder nunca de vista el balón en un córner. 4. Jamás despejar hacia tu punto de penalti, mucho menos sin necesidad. En el plazo de 72 horas, Pablo las ha incumplido todas. El resultado, tres goles y dos derrotas. Un artista.
Reyes, a lo suyo. Pero lo de Pablo es un asunto futbolístico. Al menos, siente sus errores. Es un profesional, lo discutible es su categoría. Es lo mínimo, me dirán. Pues no. La cosa siempre puede ser peor. Miren a Reyes. Tras su esperpéntica actitud en el derbi, Aguirre ya no le dio la titularidad ni en la Copa. Se debió dar por aludido, sí, porque salió un rato y lo único que hizo fue una entrada espantosa a Miguel que debió mandarle directo a la ducha a reflexionar. O lo que sea que él hace. Lamentable.
Dichosos ligamentos. Una rodilla es una cosa muy seria. Maxi no ha vuelto a ser el mismo desde su operación y los meses siguen pasando. Lo mismo sucede con Luis García. Si se suma la dimisión de Reyes, el Atleti ve como sus esperados cuatro puñales se han quedado en uno, Simao. No hay bandas. La defensa es un horror. El centro del campo se descose. Kun y Forlán, eso es todo. Es mucho, pero ¿será suficiente?
Milagrosamente vivo. El Atlético no tuvo ninguna ocasión. No exagero. Cero. Nada. El vacío. Koeman podía haber recuperado por sorpresa a Cañizares y nadie se habría enterado. Fue su peor partido en meses y su caché baja rápido. Pero llega vivo al Calderón. Eso sí, si no se reconcilia inmediatamente con la pelota, dará lo mismo. Su temporada depende de ello.