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Copa del Rey | Cuartos de final | Valencia 1 - Atlético 0

Ejercicio de contención

La expulsión de Motta condicionó el resto del encuentro. El Atlético resistió 45 minutos de acoso constante ante un Valencia incapaz. Silva anotó el único tanto del encuentro tras un error de Pablo.

Actualizado a
Ejercicio de contención
AP

Segundo de los tres rounds que disputan Atlético y Valencia en menos de un mes. El primero, hace diez días en el Calderón, cayó del lado rojiblanco, aunque por juego lo más adecuado hubieran sido las tablas. Finalmente Koeman optó por dar entrada a Villa en lugar de Zigic, polos opuestos en cuanto a estado de forma, pero también en cuanto a peso específico en el equipo. En el conjunto madrileño, entraba Luis García por Simao, lo que conllevaba una nueva suplencia de Reyes tras su nefasto e irritante encuentro ante el Madrid. El sevillano debía estar que trina en el banco. Por lo demás, Agüero seguía siendo el principal referente atacante de los de Aguirre, más aún con la ausencia de Forlán, que descansaba.

Mirando el once del Valencia pensaba uno que la situación crítica (deportivamente hablando) en la que se encuentra sumergido el club ni puede ni debe durar mucho tiempo. Un once de lujo y compensado. Desde el primer momento los locales hicieron valer su motivación extra en esta competición, que debe servir para salvar la temporada, y su dominio fue casi total, al menos territorialmente, ya que las aproximaciones al marco de Falcón pocas veces creaban peligro. De hecho, las únicas ocasiones llegaban a balón parado en sendos lanzamientos de falta de Villa, el primero al larguero y el segundo despejado por Falcón y Perea.

Así estaban las cosas, con el público de Mestalla feliz con lo que estaba viendo del equipo, que al menos lo intentaba y mostraba una mejora tanto en juego como en actitud, cuando Motta, ingenuo él, realiza una absurda falta en el centro del campo cuando ya tenía una amarilla y toma el camino a los vestuarios. Sólo habían pasado 25 minutos de juego, y el italo-brasileño había visto la primera amarilla sólo tres minutos antes. Clos Gómez se complicaba el encuentro poniendo el listón exageradamente bajo.

La expulsión dejó grogui al conjunto colchonero, aunque no se puede decir que lo estuviera haciendo bien hasta ese momento, especialmente su zaga. Pablo, tras su desastroso encuentro del domingo, volvía a ofrecer serias dudas sobre su fiabilidad, aunque siendo justos todos sus compañeros parecían haber salido de la cama cinco minutos antes del encuentro. Poco después de la media hora de juego llegó la consecuencia lógica de tanto desbarajuste. A la salida de un córner, Pablo despeja hacia el centro de su área (segunda asistencia en una semana) y deja el balón franco para que Silva empalme un disparo que se coló inexorablemente en el marco de Falcón.

Mención aparte merece lo ocurrido justo en la jugada anterior al tanto del canario. Para ese entonces los ánimos estaban ya muy caldeados, y el juego se detenía continuamente por pequeñas faltas. Hasta ahí todo normal. Hasta ahí, porque Marchena se encargó de poner la nota vergonzosa de la noche. El valencianista, por si el encuentro estaba resultado poco difícil para el colegiado, fingió una inexistente agresión de Perea dentro del área. Actitud deplorable, nefasta, antideportiva y denunciable en cualquier jugador, pero más en un profesional de su experiencia, internacional y cuya actuación (porque no tiene otro nombre) no hace más que ensuciar este deporte.

El Atlético, un muro

Lo ocurrido en la primera parte marcó de manera definitiva, como era lógico, lo que tendría que acaecer en la segunda mitad. El Valencia ya no podía andarse con chiquitas, tenía que matar no sólo el encuentro, sino la eliminatoria en esos cuarenta y cinco minutos. Idea que se reforzaba tras los primeros minutos de la reanudación. Aguirre sólo realizó un cambio, y no iba destinado a mantener el resultado. Agüero dejaba su lugar a Forlán para no desgastarse más de lo necesario en esfuerzos inútiles. Aunque quizás el mexicano debía haberse planteado si esas eran realmente las necesidades de su equipo.

La defensa, en su conjunto, siguió siendo una locura y dando facilidades a un rival que de momento no sabía aprovecharlas. Al poco del comienzo, Perea y Pablo vuelven a dormirse a la hora de sacar el balón y Villa encara a Falcón, aunque en el último instante el control se le marcha demasiado largo. Ese sería el comienzo del suplicio atlético en la segunda mitad, que debería luchar hasta el final para salir vivo de Mestalla. Los visitantes eran incapaces de dar un pase con acierto, aunque su compañero estuviera a tan sólo dos metros. Hasta tal punto era un despropósito el juego rojiblanco que el Valencia ya no necesitaba recuperar balones, directamente se los encontraban, uno tras otro.

Koeman, que debía ser el único que no consideraba oportuno la entrada de un segundo delantero, reforzó el centro del campo con Maduro (obligado por lesión de Baraja), que hacía de este modo su debut, y el lateral derecho con la entrada de Miguel. El holandés, por cierto, gustó mucho más que Banega, simplemente en todo el encuentro. Contrariamente a lo que apuntaba, el choque fue equilibrándose con el paso de los minutos, fueron desapareciendo los graves errores atrás del Atlético y el Valencia fue atascándose por momentos.

Y eso que el Valencia no equivocaba sus opciones. Trataba de profundizar por las bandas, para que el rival no consiguiera hacer el campo más pequeño, pero le faltaba velocidad en las transiciones, perdiendo así toda capacidad de sorprender. Un remate de Villa, tras gran jugada de Albiol (que pasaba por allí) era el escasísimo bagaje ofensivo de los locales según estaban las cosas. Según se acercaba el final los nervios iban apoderándose de los de Koeman, que veían como se les escapaba una ocasión enorme de poner pie y medio (o ambos) en semifinales.

La entrada de Joaquín trajo aires nuevos al ataque de su equipo, pero ni con esas. El Valencia fue incapaz de enterrar a un muerto y tendrá que ir dentro de una semana a un Calderón (donde por cierto podrá jugar Reyes, que mereció la roja directa por una entrada a Miguel) que será un infierno, y tendrá en frente a un equipo dispuesto a lavar su imagen, o mejor dicho, a ofrecer la que hoy no ha podido o no le han dejado.