Primera | Atlético de Madrid 1 - Valencia 0
Al Kun le bastó un fallo de Timo
Hildebrand hizo tres paradones, pero regaló el gol. Dos palos por cabeza. Koeman regaló una parte. El Atleti acabó pidiendo la hora, pero ya es tercero
Hildebrand no podría ser más alemán, al menos aparentemente. Desde el apellido a la rubia cabellera, la corpulencia y los ademanes autoritarios, todo remite a la sobria y recia escuela germana de porteros y de vida en general. Pero el hombre se hace llamar Timo y ahí empieza a resultar inquietante la cosa. Sus dos primeras paradas, desviando milagrosamente al palo los lanzamientos de Antonio López y Agüero, fueron maravillosas, de póster. Su cantada en el gol fue lamentable, de chiste. Al final, más portero inglés que alemán.
El error de Hildebrand protagonizó el partido y le vendrá muy bien a Koeman para esconderse. Lo del técnico holandés es de verbena. Pese a su escabechina, la plantilla del Valencia sigue sobrada de recursos, pero él ha decidido no utilizarlos o, peor todavía, usarlos mal. Regaló la primera parte al inventarse un sistema que parece un jeroglífico, un 4-1-3-2 o así en el que prácticamente nadie jugaba en su sitio.
Como Villa no se recuperó a tiempo, Joaquín era el delantero centro y Zigic el suplente derecho. Si el Atleti no se fue 3-0 al descanso fue porque Timo tenía a los ángeles de su lado y Baraja se empeñaba en gritarle al mundo que, pese a su entrenador y su presidente, el Valencia sigue siendo grande. Tantos cambios, tantas revoluciones inútiles y experimentos ridículos para que tenga que llegar la vieja guardia al rescate. Si tienen esa capacidad, algunos deberían reflexionar.
Mientras su rival se autodestruía, el Atleti vivió 45 minutos tremendamente plácidos, aunque nunca se le vio realmente inspirado. Aún así, en media hora había disparado dos veces los palos y provocado un penalti por desconocimiento del puesto de Arizmendi a Forlán, que el árbitro no pitó. Pero jugaba a trompicones. Sólo Agüero parecía con las musas de su parte. Con las musas y con Hildebrand.
En un centro llovido de Perea que tenía tanto peligro como un teletubby, el portero alemán saltó sobrado, todo poderío. Pero se le olvidó agarrar la pelota, que se le escurrió de las manos como si fuera un besugo (el balón, digo). Timo cayó sobre Helguera y la pelota en el pie de Agüero, que ni había saltado al ver la acción perdida. Gol a puerta vacía. Hildebrand reclamó falta con vehemencia. Falta de concentración, diría yo.
Con el 1-0, el Valencia vivió minutos de desconcierto. Más, me refiero. Agüero recuperaba balón tras balón en campo contrario y se mascaba el segundo, pero a Kun le faltaban socios, con Forlán un tanto ofuscado. Aunque para ofuscado Marchena, que se dedicó a pegar al argentino y pudo ver la roja antes del descanso. Albelda, en casa.
Milagrosamente, el Valencia llegó vivo al vestuario y alguien debió chivarle a Koeman que tenía un punta de dos metros en el banquillo, que Joaquín no es un nueve, que es un chiste poner a Montoro y Mata de extremos en una plantilla con el de El Puerto, Vicente y Silva (horrible ayer). En fin, alguien debió insuflarle sentido común. Salieron Zigic, Banega y Vicente y el Valencia tomó forma mientras el Atleti se diluía.
Otra cara.
Un mano a mano salvado por Hildebrand ante Forlán fue el canto del cisne rojiblanco. Joaquín, al fin en su sitio, empezó a encontrar vías de agua en la retaguardia atlética. Banega demostró que hay futbolista; tiene visión, toque y clase, aunque aún piensa un segundo más de lo que el fútbol europeo permite. Y Zigic es un tormento para cualquier defensa, más para una que flojea por arriba como la del Atleti. El acoso estaba servido.
El serbio remató dos veces a la madera, la segunda previa zamorana de Antonio López, que no queda claro si tocó la pelota o no. Mala intención seguro, penalti dudoso. Un cambio made in Aguirre, Reyes por Forlán, terminó de meter al Atleti en su área. El mosqueo del sensato Forlán fue enorme y razonable.
Como es tradición en el Manzanares, la cosa acabó en ataque de nervios. La afición no podía ni mirar, se mascaba la tragedia, y en el último instante Eller sacó bajo palos un remate de Helguera. Milagro y el Ateti es tercero. El Valencia mereció más, pero Koeman no y ahora está a nueve puntos de la Champions. Sí, la culpa era de Quique.