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Primera | Atlético 1 - Espanyol 2

Iván derribó a nueve valientes

El Atleti rozó el milagro con dos menos. El Espanyol, en Champions Injustas rojas a Kun y Pernía. El arbitro irritó a ambos. Luis García decidió en el 85'

<b>RIGUROSO.</b> Torrejón perseguía a Agüero agarrándole. El Kun se dio la vuelta y lanzó el brazo. Fernández Borbalán miraba a otro lado, pero decidió expulsar a Agüero.

Vaya por delante que el Espanyol fue mejor once contra once, once contra diez y, obviamente, once contra nueve. Quede claro que los de Valverde están en Champions porque lo merecen y que nadie crea que es una casualidad, que se caerán solos: no lo harán. Nadie olvide que el pseudoárbitro, Fernández Borbalán, también perjudicó a los pericos, sobre todo al tragarse un penalti por mano de Raúl García, que hace pensar que había confundido las lentillas con las tiritas para las ampollas de los pies. Dicho todo esto, y como el deporte gira en torno a la épica y los héroes, el Atleti no mereció perder ayer.

Es un crueldad que Forlán y Abbiati se marchasen de vacaciones con sensación de fracaso, fuera de la Champions, derrotados en casa por la combinación de un gran rival y un horrible árbitro. El Atleti jugó con diez desde el minuto 30 y aún así se adelantó. Nada más recibir el empate, sufrió otra expulsión y no sólo se las apañó para aguantar más de media hora, sino que la cruzada solitaria de Forlán rozó el gol milagroso en dos ocasiones.

Como suele pasar en estas historias de perdedores heroicos, la muerte alcanzó al Atleti cuando ya vislumbraba el final feliz a su aventura, a falta de cinco minutos, el Calderón volcado, sus huestes transformando la inferioridad en fuerzas. Es curioso que de entre todos los posibles verdugos fuera De la Peña, el alma libre por antonomasia, quien se encargase de romper la magia a golpe de lógica. Aunque el Espanyol no los encontraba, los huecos existían. Y, de golpe, el camino se le iluminó a Iván para dejar a Luis García solo ante Abbiati, cuya cuota de milagros ya se había agotado. Justicia, sí. Lírica, la justa.

Si la lectura desde el lado atlético trató de antihéroes, lucha y sudor. El Espanyol fue otra cosa, más Cary Grant que Frodo Bolsón. Y eso que Riera, elegancia en estado puro, andaba con las musas dispersas. Valverde, que lleva la palabra Grande tatuada en la frente, ha construido un equipo al que da gusto ver, pura estética. Antes de que todo enloqueciera, ya debía ir 0-2, pero el cabezazo franco de Luis García se fue fuera y Abbiati sacó una pierna imposible para desviar un remate a bocajarro de Coro. El mismo Coro marcó luego, pero el juez de línea marcó un fuera de juego que, pese al enfado perico, era.

Fue el único acierto arbitral de la tarde. A la media hora, Torrejón agarró a Agüero con la misma insistencia que un pesado apurando sus opciones en el último baile de la noche. El Kun respondió igual que la mayoría de las chicas: se dio la vuelta y le lanzó las dos manos de malos modos para apartarle. No fue agresión, fue desesperación. Dio igual. El tal Borbalán decidió pitar de oído y premiar al que no jugaba al fútbol: roja al Kun. Los árbitros le han puesto la cruz. Así son ellos, el marcado es el artista, no los carniceros. En su mundo, lesionar a un rival es mejor que hacer una mano. Curiosa escala de valores.

Reacción. Como el Atleti tiene estas cosas, fue quedarse con uno menos y coger el mando del partido. No satisfecho, en una falta dudosa de Ángel a Maxi, Simao la clavó en la escuadra como empieza a ser costumbre. Un lanzador de faltas así da muchos puntos. Un lujo. Si además todos los porteros dieran el innecesario pasito al centro que dio Kameni, ya ni les cuento.

Pero el 1-0 fue fugaz. El Espanyol salió volcado tras el descanso, y al minuto escaso Abbiati ya había volado para despejar un tiro de David García. Dio igual. En un córner mal defendido, Tamudo, siempre Tamudo, empató y, antes de que el Atleti lo asimilara, Pernía se fue a la calle por una acción que pudo no ser ni falta. De tarjeta ni hablamos.

El Atleti parecía perdido, pero Abbiati y Forlán se rebelaron contra su destino. El italiano se inventó otra parada imposible ante Tamudo y tiró de experiencia para en cada minuto ganar 20 segundos. Lo del uruguayo fue espectacular. Rodeado de rivales, esprintando cuando ya era un milagro sostenerse en pie, casi marca dos goles que habrían puesto el Calderón del revés. Sus compañeros se contagiaron, creyeron en un punto que sabía a gloria, pero entonces apareció De la Peña. Y los sueños, sueños son.

El detalle: Maxi jugó con la rodilla mal

Maxi Rodríguez, capitán del Atlético y ex jugador del Espanyol, disputó tocado el partido de ayer. El argentino tenía molestias en su rodilla izquierda y pasó una prueba en el vestuario justo antes del inicio. Finalmente, decidió saltar al campo, aunque tuvo que hacerlo con un vendaje en la zona. Maxi aguantó 58 minutos sobre el césped y estuvo bastante gris.