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Primera | Recreativo 0 - Atlético de Madrid 0

El Atleti chocó con Sorrentino

El italiano lo paró todo. Su compatriota Abbiati no se quedó atrás. El Kun falló dos clarísimas. Forlán volvió a ser el mejor. Los dos acabaron satisfechos

<b>UN MURO INFRANQUEABLE. </b>Simao bromea con Sorrentino, que fue el auténtico protagonista de la noche con cinco intervenciones de muchísimo mérito.

Fue el día de Italia en Huelva. Un cero a cero protagonizado por dos porteros procedentes del calcio, Sorrentino y Abbiati, que le ganaron la partida a los delanteros una y otra vez. Fuera de las áreas, todo respondió al orden natural de las cosas: el Atlético fue mejor, dominó, tocó con calma y llegó son soltura; el Recre esperó ordenadito, salió con velocidad tras robar el balón y remató poco pero con peligro. A partir de ahí, decidieron los porteros. O los errores de los puntas. Fue una coproducción.

Al que le abandonaron las musas fue al Kun Agüero. El público de Colombino le recibió como al enemigo público número uno. Cada vez que rozaba la pelota, le silbaban tanto como a una chica guapa pasando por delante de una obra. Pero con distintas intenciones, claro. Lo cierto es que el argentino no se asustó y convirtió la bronca en una excusa para la hiperactividad. Especialmente insistente en la presión, muy participativo y provocando una falta tras otra, pero...

Pero cuando pisó el área quedó claro que sus 19 años aún le hacen permeable a las emociones desatadas. Tuvo la suerte del partido en sus botas, al quedarse solo ante Sorrentino dos veces en cinco minutos, entre el 53 y el 58. Pero en ambas ocasiones decidió mal, ayer ni un leve eco de Romario. Primero remató blando a las manos del portero. Tenía excusa: fue con la zurda. Pero en la segunda, en carrera con el balón controlado y Sorrentino vendido, decidió rizar el rizo y buscar la vaselina, esa constante promesa de golazo que por ahora sólo le ha dado disgustos. La fina línea entre la valentía y la temeridad, ya saben. Esta vez, nadie protestó cuando Aguirre le quitó.

A esas alturas, el Recre ya sabía que el peligro no estaba en Agüero. El hombre era Forlán, el futbolista con el don de la ubicuidad. El Atleti tocaba y tocaba, con el uruguayo dando el primer pase y el último, desmarcándose y rematando. Haciéndolo todo y todo bien. No se le recuerda una decisión equivocada. Ayer estuvo más centrado en asistir que en rematar y aún así pudo irse a casa con dos goles. Su primer remate, seco y potente, a los 20 minutos supuso el inicio de la noche mágica de Sorrentino. El segundo entró, pero fue en la jugada tonta de la tarde.

Al filo del descanso, Maxi se plantó ante Sorrentino, pero el balón se le fue largo. La Fiera forzó y cayó, hasta chocar con el portero. No fue penalti, pero tampoco pareció que se tirase. Si lo hizo, fue un error grave, porque el rechace cayó a los pies de Forlán que la clavó. Daudén lo anuló todo para amonestar al capitán del Atleti, visiblemente dolorido, por fingir. Uno diría que debió señalar gol y punto, pero fue todo tan raro que es difícil culpar de nada al árbitro, frase ésta que jamás pensé que escribiría.

El Recre se había pasado la primera parte esperando y rezando, pero tras el descanso se estiró aprovechando el vacío que dejaba un Pernía muy desacertado. El Decano ha perdido mucho talento, pero le queda velocidad. Mucha, de hecho. Así que se dedicó a buscar las carreras de Sinama y, sobre todo, Camuñas. Aunque Pablo sigue de dulce y Eller parece haber encontrado el oremus, Camuñas se las ingenió para rozar el gol dos veces, las mismas en las que Abbiati se estiró con una agilidad impropia de su tamaño. Hay portero.

Doble paradón.

Con el susto metido en el cuerpo, el Atleti pareció conformarse con un empate que le mantiene tercero, a la espera de la importante visita del Espanyol el próximo domingo. Pero los cambios le dieron un último impulso. Los dos recién incorporados rozaron el gol en los minutos 85 y 86. Un mano a mano de Reyes y un tirazo de Luis García acabaron igual, en milagro de Sorrentino. Primero un pie salvador, después una exhibición de reflejos cuando estaba tapado. Luego diría que miedo le da la muerte y no Agüero. Sobrado. Yo de mayor quiero ser italiano. En serio.

Así que un puntito por barba y los dos muy cerca de sus objetivos para una feliz Navidad: el Recre fuera del descenso y el Atleti en Champions. Y si ustedes no saben qué regalar, ya conocen la nueva moda: porteros italianos. Qué cosas.