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El rebelde Arsenal, un campeón de película
Arsenal, uno de los equipos más modestos del fútbol argentino, obtuvo la Copa Sudamericana en un final de película ante el América mexicano, que se impuso por 1-2, resultado que no le alcanzó para revertir la desventaja del partido de ida (2-3).
Arsenal, uno de los equipos más modestos del fútbol argentino, obtuvo hoy la Copa Sudamericana en un final de película ante el América mexicano, que se impuso por 1-2, resultado que no le alcanzó para revertir la desventaja del partido de ida (2-3).
Un tanto de Martín Andrizzi a los 83 minutos otorgó el trofeo al rebelde Arsenal, después de los que anotaron para el América Cristian Díaz en propia meta (m.17) y Juan Carlos Silva (m.63). El cincuentenario equipo bonaerense logró en menos de cinco meses, desde su debut el 14 de agosto en esta competición, cumplir la mejor etapa de su historia.
Arsenal era el representante menos pensado de Argentina para alcanzar el trofeo, al que aspiraban Boca Juniors, River Plate, el Estudiantes campeón del Apertura 2006, el San Lorenzo campeón del Clausura 2007 y el Lanús que sigue celebrando su primer título de liga conquistado el domingo pasado. Llegó invicto al encuentro decisivo de la final tras ganar todos sus partidos fuera de casa, dos en México ante el Chivas y el América, uno en Brasil frente al Goiás y dos en Buenos Aires en los estadios de San Lorenzo y River, éste último por penaltis. Jamás el conjunto de la localidad de Sarandí, cercana a la capital del país, había llegado tan alto y sólo podría atribuirse a un pequeño puñado de soñadores, renegados de la lógica, una ilusión ganadora de tamaña dimensión.
América intentó adueñarse rápidamente del asunto, pero para los jugadores del equipo argentino éste era el partido de sus vidas y salieron a jugarlo lejos de su área, por lo que pusieron a prueba todo su repertorio en cuanto a marcajes, salida y ataque veloz.
Insúa asumió el papel de organizador del conjunto mexicano y su objetivo fue buscar espacios para provocar la profundidad del goleador paraguayo Cabañas, bloqueado por los centrales locales Mosquera y Matellán. Arsenal, macizo y respondón, aprovechó los errores defensivos del equipo de Daniel Brailovsky, terminados generalmente en faltas, y buscó ventajas con jugadas a balón parado que dejaron al medio San Martín en posición de gol en varias ocasiones.
Un error de los zagueros argentinos ante una jugada personal de Oscar Rojas por la izquierda culminó con un intento de rechace de Díaz a los 17 minutos que acabó en su propia meta. Entonces Arsenal salió catapultado a buscar el empate. Dos remates de Calderón dieron en los palos de la meta del mexicano Ochoa a los 22 y 29 minutos, el colombiano Mosquera remató desviado a los 31 frente a la misma portería y otra vez Ochoa sacó providencialmente al córner un remate de San Martín a los 36. Eldominio local era absoluto.
En la segunda parte Arsenal presionó aún más sobre la salida del América, abrió el juego y puso en apuros a la visita a través de Alejandro Gómez, más adelantado que en los primeros 45 minutos. Pero a los 63 un balonazo que superó a la defensa argentina fue conectado a la carrera por Silva, que con un fuerte remate superó al meta Cuenca y aumentó la ventaja mexicana a dos goles, lo cual era suficiente para quedarse con la Copa.
Se impuso entonces la lucha sobre el juego y se multiplicaron los roces en un partido trepidante en el que sobresalió por su calidad argentino Insua, eje creativo del América, frente al fervor y la garra de Arsenal, que exigió en varias ocasiones al meta Ochoa con remates de media distancia.
Arsenal parecía tener la batalla perdida, no conseguía doblegar a la cada vez más nutrida defensa mexicana, pero Andrizzi luchó por la pelota entre tres rivales y marcó el tanto de la victoria con un remate cruzado al palo izquierdo del portero del América a los 83 minutos.
De película, con el argumento de las antiguas producciones de Hollywood, en las que solían triunfar los más modestos. En los minutos finales el América tuvo poco para hacer. Arsenal cuidó la pelota y la historia se terminó entre abrazos de los jugadores en el campo y el delirio de más de 20.000 aficionados en los graderíos.