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Segunda | Málaga

"Se lo voy a poner fácil a Fernando Sanz para que me fiche"

Con motivo del Partido contra la Pobreza, Koke se dejó caer por su tierra. Salió con 18 años del Málaga por la puerta de atrás y ahora es ídolo en Grecia. Ha pasado por Francia, Portugal y por poco no llegó a la Juve. Pero no le importaría regresar...

Si le hablan de Sergio Contreras Pardo (Málaga, 27-4-1983), igual se cree que se trata de algún pseudocantante medio conocido. Pero por ahí no van los tiros. Ese es el verdadero nombre de Koke, uno de los muchos futbolistas malagueños que han tenido que buscarse la vida lejos de su tierra y que ahora triunfan en otros clubes. A sus 24 años, Koke es un icono en Grecia. En el Aris de Salónica ha encontrado una estabilidad que le ha convertido en jugador de referencia para la brava afición helena. Aunque está muy a gusto allí y se siente reconocido como futbolista, la tierra le tira mucho. "En cuanto tengo un par de días me escapo a Málaga", asegura. El Partido contra la Pobreza ha sido la excusa perfecta para volver a vestirse de corto en La Rosaleda, algo que hace un lustro que no le pasa. "Cuando me fui no estaba terminada", comenta en alusión a las obras de remodelación. Sobre la cancha coincidió con el presidente, Fernando Sanz. La última vez que compartieron vestuario eran compañeros. Koke aprovechará la ocasión para venderse: "Se lo voy a poner fácil a Fernando Sanz para que me fiche, se la voy a poner botando. ¿Por qué no iba a querer venir al Málaga?".

Nadie le ha regalado nada a Koke. Pero tiene varios nombres propios señalados con tinta roja en su memoria: "Joaquín Peiró ha sido el entrenador más importante de mi carrera. Él me hizo dar el salto al primer equipo. Un buen día me llaman y me dicen que Darío Silva está lesionado y que me toca ir convocado. Además, en Intertoto, un partido clave... Tapia también fue especial porque supo darme muy buenos consejos y buscar mi propio bien cuando estaba en el Málaga B. Incluso, me dejó fuera del equipo para que me diera cuenta de ciertas cosas. Yo era muy egoísta por aquel entonces y sólo quería jugar con el Primera". El fútbol, azaroso y caprichoso, le reservaba una desagradable sorpresa. Cuando aún no había hecho los 19 años, en el Málaga dejaron de creer en él. Y ahí se vio de qué pasta estaba hecho este malagueño. Apoyado por su agente, y ahora más que un amigo, Manel Ferrer, dio con sus huesos en un clásico: el Olympique de Marsella. "Era la oportunidad de mi vida. Le debo mucho a Manel, es un hermano. Además, en el Málaga no contaban conmigo y me vendieron por 600.000 euros".

Koke es un trotamundos del fútbol. Ya siendo cadete tuvo un breve paso por la cantera del Atlético de Madrid, aunque regresó muy pronto. También estuvo en el Sporting de Lisboa y, por muy poco, no acabó enrolado en la Vecchia Signora: "Estaba en Marsella y me fracturé el hombro. Y surgió el interés de la Juventus. Pero era para enero y ya tenían las 25 fichas cubiertas. En Italia se llevan mucho los contratos en copropiedad y me querían mandar al Siena, que es un club con el que colaboraban. Pero allí no me querían tener seis meses para que me fuera después, así que al final no salió".

Cómo se iba a imaginar el joven Sergio Contreras, que como tantos otros dio sus primeros pasos en Segalerva, catedral de la inagotable cantera de El Palo, que terminaría siendo El Príncipe de Salónica: "Aquello es diferente. En Grecia, si pierdes, le estás quitando la vida a la gente. El nivel de juego no es tan bueno como aquí, pero se vive el fútbol como en ningún sitio, son fanáticos. Aquí, si acaso, lo más parecido es un Sevilla-Betis. Estoy encantado. Hablé con Serra Ferrer en verano, me quería para el AEK de Atenas, pero no pudo. No me siento capaz de irme a jugar a otro equipo griego. No es que me vayan a matar, sino que no le haría eso a la gente de Salónica. Aunque el club no me pondría problemas para salir y volver aquí". Pero Koke ya está cansado de aprender idiomas y quiere algo de estabilidad. Quizá acabe convenciendo a Sanz y regrese a su casa, de donde quizá nunca debió salir. Aunque ya quedan pocos retales de su época: "Vaya filial que teníamos. Nunca habrá uno mejor. Ninguno imaginábamos que tantos acabaríamos siendo profesionales".