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Julián García Candau

"El deporte fue uno de los pocos bálsamos en la Guerra Civil"

Julián García Candau (Vila-real, 1939) acaba de publicar su libro número once: El deporte en la Guerra Civil (España). Fue director de AS entre 1993 y 1996.

Tomás Guasch
Julián García Candau y Tomás Guasch

¿Cómo se le ocurrió escribir este libro?

Luis Regueiro, uno de los mejores jugadores que ha dado nuestro fútbol, me contó que durante la República fue a jugar un partido a París y en la plaza Vendôme vio a un señor con bombín, capa y bastón: era Alfonso XIII. Por timidez no se acercó a saludarle y se arrepintió siempre. "Yo era republicano y él un español en el exilio; como viví después esa situación lamenté no haberle saludado", me contó Luis. Me llamó la atención esa historia, el problema de unos españoles que vivieron esa etapa negra y decidí profundizar en sus vidas. En cada capítulo aparece el testimonio de un protagonista de cada momento. En todo caso, éste no es un libro de buenos y malos.

¿Qué significó el deporte en los años de la Guerra?

Sirvió de bálsamo en las retaguardias y se utilizó para dar normalidad a la vida cotidiana y en los frentes de la contienda; fue uno de los pocos bálsamos de la Guerra. En el fútbol no se celebraron Ligas y sólo se disputó una Copa, la del Presidente de la República en 1937.

La que ganó el Levante.

Eso es. El franquismo no la reconoció y ahora se pide que sí se les reconozca a los granotas. Y es curioso porque, en ciclismo, a Fermín Trueba sí se le reconoce como campeón de España en 1938, carrera que se disputó en Bilbao, y eso que no corrieron los Cañardo, Berrendero, Escuriet, Álvarez, Molina, que estaban en el otro bando. Al Sevilla se le dio como campeón de la primera Copa del Generalísimo, cuya final le ganó al Racing de Ferrol, cuando no participaron Real Madrid, Atlético, Espanyol, Valencia, Levante ni el Athletic, pues lo hizo el Oriamendi que, en realidad, era el Barakaldo. En aquel Racing jugaron Gallart, que era del Oviedo, o Bertolí, del Valencia  Y, bien, durante la guerra se celebraron competiciones de fútbol en Andalucía, Cataluña, Galicia, Valencia y País Vasco; también de atletismo, gimnasia, boxeo, ciclismo, baloncesto y natación. El deporte sobrevivió en circunstancias adversas; el deporte nace del afán de superación individual y se sustenta en la idea de equipo, que poco o nada tienen que ver con la lucha fratricida y sangrienta que desencadena una guerra civil.

En estos días de Selección usted recuerda que la España de Franco disputó dos partidos en plena contienda.

Ante Portugal, en Vigo y Lisboa. Y los perdió los dos.

Vamos, que la cosa no es de ahora.

¿Lo de perder, eh? ¡Ja, ja! Consolémonos: la FIFA no los reconoce, no aparecen en nuestro ránking.

La España republicana participó en la Olimpiada Popular de Amberes, en 1938, y varias mujeres alcanzaron gran protagonismo deportivo.

Por ejemplo Margot Moles, olímpica en los Juegos de Invierno de Berlín. Era una gran esquiadora y atleta. También su hermana Lucinda. La catalana Dolores Vives fue instructora de pilotos de guerra

En su libro hay historias increíbles como la de Ramón Nebot, portero que fue del Madrid, Castellón y Villarreal.

El portero anterior a Ricardo Zamora en el Madrid. Fue hecho prisionero en la batalla de Teruel por el ejército de Franco; era soldado de transmisiones. Lo llevaron preso y cuando temía lo peor, una voz le sobresaltó: "Hombre, Ramón, ¿cómo está María Luisa?". Era de un oficial que era novio de una muchacha de Vila-real, como él. Le quitaron el uniforme republicano, le pusieron el nacional y ganó la Guerra.

Para caso curioso el del boxeador Antonio Mata.

Campeón de Cataluña de los pesos pesados y sparring de Uzcudun, primer español que peleó por el título europeo de la categoría. Mata boxeó en Cuba, Florida, Chicago, Nueva Cork, Venezuela ¡y no existe para la Federación Española actual! En el libro publico su licencia profesional, ojalá sirva para que se le reconozca. Durante la Guerra, ya retirado, fue miliciano y al finalizar la contienda lo acusaron de acciones que no cometió. Pese a la intervención a su favor de Alejandro Font de Mora, abuelo del actual consejero de Educación de la Generalitat valenciana, lo condenaron a muerte. Él reaccionó diciendo que como las acusaciones eran falsas, que nadie lo iba a fusilar, que entraran a por él a la celda que ocupaba. Medía más de 1,90 y se sentía fortísimo: abrieron la puerta y le pegaron dos tiros. Al día siguiente su familia recibió la noticia de su indulto

Salvador Artigas, entrenador que fue del Barça, Valencia y seleccionador junto a Muñoz y Molowny en el interregno entre el doctor Toba y Kubala, tiene otra historia sensacional. Tuve ocasión de tratarle: ¡qué caballero!

Jugó la Copa Mediterránea con el Levante y se perdió la final porque se fue a hacer el curso de piloto. Fue el único que pilotó los aviones rusos Polikarpof sin haber ido a un cursillo a la URSS. El último avión republicano que salió de España lo pilotó él.

Camino de Francia.

Eso es. Lo internaron en el campo de Gurs y lo sacó de allí Benito Díaz para jugar en el Girondins junto a Paco Mateo, desconocido en España pero ídolo all tanto que en los carteles se anunciaba: 'Juega el Girondins con Mateo'. Su hermano jugó en el Sevilla y formó una famosa línea media con Alconero. Junto a Mancisidor y Urtizberea ganaron para el Girondins su primera Copa de Francia.  

Mancisidor, Urtizberea Hablemos de la selección de Euskadi en el exilio.

Se fueron de gira por Europa y América en 1937, muchos se quedaron allí. Por ejemplo, Lángara que fue tres veces máximo goleador de la Liga argentina. Debutó con San Lorenzo contra River e hizo los cuatro goles del partido. Iraragorri, Emilín, Zubieta, Alonso, Blasco, Areso, Aedo, jugaron allí. La mayoría emigró a México, en Buenos Aires sólo se quedó Zubieta. Por entonces hubo partidos benéficos entre Acción Nacionalista Vasca (ANV), equipo dirigido por Iraragorri, y el Partido Nacionalista Vasco (PNV), capitaneado por Mandaluniz. El primer partido lo ganó ANV por 7-5 y el segundo el PNV por 3-0. Casi siempre ganaban los de ANV. En un lado y en el otro los partidos tenían ese carácter, las recaudaciones iban para las milicias, hospitales Los anarquistas se movilizaban contra las apuestas, pero las hubo en los frontones vascos y valencianos, en los galgos Eso no lo paró nadie.

Interesantes fueron las incautaciones de los clubes.

Sí, tanto de fútbol como de otras disciplinas. Con buen ojo, los incautaron empleados y jugadores que evitaron cayeran en manos de gentes de los sindicatos que no tenían que ver con el deporte. En nombre de la UGT Pablo Hernández Coronado y Carlos Alonso se incautaron del Madrid; Caicedo, que era el entrenador, lo hizo en el Espanyol; Rossend Calvet, Ángel Mur padre y cuatro empleados más lo hicieron por el Barça. En Barcelona se creó además el primer sindicato profesional de futbolistas. Por entonces, el Madrid solicitó disputar la Copa catalana.

Pero no le dejaron.

Hubo reuniones y llegaron a un acuerdo. El Madrid, que había casi desaparecido, y también el Atlético que se limitó a disputar un amistoso en Valencia, compartiría la recaudación con sus rivales catalanes, pagaría unas copas y medallas Se opuso el barcelonista Calvet en nombre del Barça, cuando el resto de clubes había dado su visto bueno, así como el sindicato de jugadores. Estos redactaron una nota en la que explicaban que el Madrid no jugaría la competición por el veto azulgrana, en contra de la voluntad de los demás. Hablamos de la Copa del 37. ¡Ah! El Madrid se comprometía a no ser proclamado campeón de Cataluña si conquistaba el título Cosa complicada pues la mayoría de sus jugadores había desaparecido; Alonso y los Regueiro se habían ido con la selección de Euskadi, por ejemplo. En aquellos momentos el deporte estuvo presente en muchas facetas, incluso se creó el Batallón Deportivo en Madrid, con deportistas, actores, gente del circo y un torero: Gitanillo de Triana.

Rafael Vega de los Reyes, que toreó en Linares cuando Islero mató a Manolete.

Eso es. Con Luis Miguel Dominguín cerrando el cartel.

¿Y Santiago Bernabéu?

Fue cabo observador del ejército de Franco. Sus inclinaciones políticas estaban cerca de Gil Robles, era un señor de derechas. En uno de los mítines de Gil Robles, del bolsillo se le cayó una pistola. Iba con su amigo Valero Ribera y su esposa, María Valenciano. A Ribera lo fusilaron y Bernabéu se casó con María.

Una curiosidad: ¿teníamos nadadores en aquella época?

Manuel Valdés Larrañaga fue el mejor nadador de la Falange y seleccionado para los Juegos de Berlín. Pasó por la Cárcel Modelo y jugó partidos de fútbol que organizaba Primo de Rivera. En el libro aparece una foto de éste con botas de fútbol, en el patio de la prisión.

Ricardo Zamora también estuvo preso.

Le salvó el poeta Pedro Luis Gálvez, quien se presentó y dijo a los milicianos: "A este no lo toca nadie". Zamora salió hacia la embajada argentina, de ahí a Valencia y luego a Francia. Cuando supo que lo iban a soltar se dejó barba; llegado el momento se puso un sombrero y unas gafas oscuras. Resultaba que debía atravesar una zona en la que no había inmunidad diplomática y temía que los milicianos lo reconocieran. No habría avanzado diez metros cuando uno de ellos se le dirigió así: "¿Dónde vas con esa pinta, Zamora?". La historia dice que se retiró en el Madrid, en la final de Copa del 36, y no fue así. Lo hizo en el Niza, en el exilio, jugando con Samitier, entre otros.

Aquellos partidos acabaron muchas veces a palos.

Tanto que, en Cataluña, los fotógrafos se negaron a ir a los campos sino se les aseguraba su seguridad. En un Valencia-Levante intervino la Policía a caballo Se publicó en un periódico de Valencia un artículo en el que el autor se preguntaba cómo siendo todos correligionarios, "nos podemos matar por un partido de fútbol".

Para acabar, caso como el del azulgrana Raich, pocos.

Él era de Acción Católica en Molins de Rei, su pueblo. Un día se exilió a Francia por si las moscas. La Federación Catalana presionó a los franceses para que no le dejaran jugar ¡y cuando volvió acabada la guerra lo sancionaron los nacionales! Huyó de los comunistas y lo purgaron los otros

Que venda usted muchos ejemplares, Julián.

A usted le he regalado uno, dedicado

Sí señor, muchas gracias.