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Primera | Atlético 4 - Sevilla 3

Bella locura y en Champions

El Atleti es cuarto. El Sevilla dio muchas facilidades. Decidió un golazo de Maxi. Mejuto no se enteró. Sexto gol de Agüero y doblete de Luis Fabiano

<b>ALEGRÍA ARGENTINA.</b> Maxi y Agüero celebran el 3-2 que ponía al Atlético por delante. La conexión argentina entre los dos funcionó a la perfección en el gol del capitán.

Fue una locura, no sé si una gozada o un suplicio, pero un espectáculo seguro. El Calderón, que llevaba años sumido en la oscuridad, se frotaba los ojos. Había sufrido, sí, como siempre, pero el Atleti, este nuevo Atleti que marca goles como el que respira, se metió en Champions tras ganar a un Sevilla extrañamente frágil. Y tiene toda la pinta de estar en las alturas para quedarse. Tiene demasiado talento arriba como para desmoronarse, por más que su defensa juegue a darle emoción. Y a fe que se la da. Empecemos por el principio.

Ahí, el protagonista fue Mejuto, uno de esos árbitros que nos hace pensar que no son malos, son un experimento. Me recuerdan al chiste malo del hombre que llega a casa por la noche y se le caen las llaves al intentar abrir. En vez de buscarlas junto a la puerta, lo hace al pie de un farol cinco metros más allá. Cuando su mujer le pregunta por qué mira allí, él, con mucho aplomo, responde "porque aquí hay luz". Pura lógica masculina. Bueno, pues un árbitro también buscaría en el farol, pero en el de tres calles más allá. En serio, su cerebro funciona distinto. Si funciona...

En el minuto 2, Maxi peleó un balón junto a la línea de fondo y se lo dio a Forlán, cuyo remate despejó Palop. La Fiera, que había caído fuera del campo, regresó corriendo para adelantarse al portero sevillista en un fuera de juego clamoroso. Palop le derribó en un penalti estrepitoso. Mejuto debía estar pensando a quién votar en los premios AS porque se tragó las dos cosas. El balón cayó mansamente a los pies de Maniche que marcó a placer. Un gol de auténtico vodevil.

Al árbitro debió quedarle cargo de conciencia, porque poco después cortó una contra del Atleti como si su espíritu hubiera sido poseído por Keita y dejó el balón franco para que Luis Fabiano se colase en el área. Seitaridis se vio obligado a hacerle falta en la frontal y de ahí llegó el empate, después de que la barrera se abriera al más puro estilo niños asustados y la pelota rebotase en Maxi. En un cuarto de hora, entre Mejuto y las carambolas, dos goles y el partido enloquecido.

Un par de minutos más tarde, el Atleti sacó a relucir esa pegada que convierte su buen o mal juego en un detalle intrascendente. Luis García se inventó un disparo sensacional que Palop despejó como pudo, que fue mal. Por allí apareció el más listo, Agüero, para meter la cabeza y echar cuentas sencillas: dos llegadas, dos goles.

El Sevilla, que hasta entonces había puesto todo el juego, no daba crédito. La decisión de Jiménez de prescindir de Poulsen y Renato en beneficio de Martí dejó a Keita demasiado sólo y Raúl García se agigantó, demostrando que la Eurocopa no es un objetivo fuera de su alcance. El partido se sumió en un tramo plácido, sólo interrumpido por la lesión de Forlán, cuya ausencia fue un cartel luminoso anunciando la importancia de su labor de enlace entre el Kun y los humanos.

Error garrafal. Pese a la tranquilidad, cada leve acercamiento del Sevilla olía a chamusquina. Ese murmullo que sólo provocan las chicas guapas cuando entran en un bar y las defensas inseguras cuando juegan en su estadio. Zé Castro confirmó las sospechas al filo del descanso con un autogol sólo justificable a una mezcla de Beethoven y Stevie Wonder, sordo y ciego, porque Leo Franco llegaba al balón de frente y gritando. Una catástrofe.

La segunda parte comenzó a golpes. Todos se pegaban y Mejuto parecía un aristócrata en los bajos fondos. Miraba con cara de superioridad y no veía nada: ni manos de Perea ni codazos de Fazio ni faltas a Maniche. Patético. Pero del fango surgió una joya. Agüero se inventó un pase maravilloso con el exterior y, volando en el segundo palo, apareció Maxi para volear al más puro estilo Torres. Estética pura.

El Sevilla ya no reaccionó y entre Simao y Jurado se inventaron la teórica puntilla en la prolongación. Como tampoco es plan de enterrar en pocas semanas una fama labrada durante años, el Atleti le dio emoción y regaló otro gol a Luis Fabiano. Pero hasta ahí llegó la cosa. Ahora las fiestas en el Calderón tienen final feliz. Los tiempos han cambiado. Una barbaridad.

El detalle: Diego Forlán se fue lesionado

En el minuto 23, Forlán tuvo que ser sustituido por Reyes. El uruguayo sufre un problema muscular en los isquiotibiales de la cara posterior del muslo izquierdo y hoy se le realizarán pruebas. Si existe rotura, el delantero estaría de baja en torno a un mes, pero en cualquier caso su participación en el partido del domingo ante el Villarreal está casi descartada.