Robinho baila en el Bernabéu

Real Madrid 4 - Olympiacos 2

Robinho baila en el Bernabéu

Robinho baila en el Bernabéu

REUTERS

El atrevimiento del brasileño y otra espectacular e insuperable actuación de Casillas dieron la victoria a un Real Madrid que sufrió para vencer a un Olympiacos que jugó con diez casi 80 minutos. Al equipo de Schuster le sigue faltando juego.

El Real Madrid anda perdido, se le nota nervioso, inseguro, sin identidad, ni personalidad y con poco juego. Muestra algunos de los peores defectos del pasado. De la nueva imagen, del nuevo proyecto no hay apenas rastro, salvo algunos nombres salpicados en una alineación que parece sacada de la temporada pasada. Ante un Olympiacos que jugó con diez casi 80 minutos, el Madrid escenificó una de sus peores obras y así lo interpretó el Bernabéu, que volvió a pitar a su equipo. Y si la indignación no fue a más fue gracias a Robinho, que, junto a Guti, levantó a un conjunto que parecía sin argumentos y después de mucho tiempo bailó en el Bernabéu. Las individualidades volvieron a salvar al Madrid. Si en otras ocasiones fueron Raúl y Van Nistelrooy, esta vez el papel de héroe le correspondió a Robinho. Bueno, a Robinho y al de siempre, a Casillas, que en los últimos minutos realizó tres paradas inalcanzables para muchos guardametas. Lo de Iker no es normal, aunque ya lo parezca. Su actuación contra los griegos fue, sencillamente, insuperable.

Se puso con ventaja nada más salir de los vestuarios, se dejó empatar, vio como el rival se quedaba con uno menos y aún así era capaz de remontar y de crearle infinidad de problemas. Nunca alcanzó un buen nivel de juego, pero aún así el Madrid logró igualar. En este vaivén de sufrimientos que vivió el Bernabéu, uno de los pocos hombres que estuvo a la altura de la camiseta fue Guti. Cuando peor estaba su equipo, Guti asumió el mando, se puso en el centro, ignoró a Gago, y por momentos el Madrid recuperó el sentido.

De sus pases y del atrevimiento de Robinho nacieron las mejores acciones del Madrid. Cuando quiere jugar, el brasileño es muy bueno, lo que sucede es que la confluencia de planetas necesaria para que esto ocurra apenas se da. Esta vez se dio. Robinho inició el primer gol, con un gran pase a Van Nistelrooy, que estrelló el balón en el portero griego Nikopolidis, quien nada pudo hacer para detener el remate de Raúl.

El camino hacia la victoria y la clasificación para octavos parecía despejado. Error. Djordjevic puso en evidencia a un Salgado fuera de forma y que sufre cada vez que salta al campo y Galletti marcó a placer. Poco después llegó la expulsión de Torosidis, que derribó a Van Nistelrooy al borde del área después de que Raúl Bravo rompiera el fuera de juego. Un nuevo servicio del lateral izquierdo para el Madrid.

Ahí desapareció el Madrid, que se salió del partido y permitió crecerse a un Olympiacos con pocos argumentos, pero que se lo terminó por creer. Se cansó de sorprender a la contra, con un Lua Lua viviendo al límite del fuera de juego, y nada más comenzar el segundo tiempo celebró su segundo gol. Djordjevic sacó una falta desde la derecha y Julio César marcó con toda tranquilidad. Un nuevo fallo de marcaje y de concentración del Madrid en una acción a balón parado.

Lo que vino después fue la exhibición de Robinho, que se subió a esa bicicleta sin cadena que se trajo desde Brasil. Esta vez encontró el ritmo de pedalada, empató con un remate de cabeza, provocó un penalti desperdiciado por Van Nistelrooy, que se empeñó en emular a Wilkinson en el Mundial de rugby, y dio la vuelta definitiva al choque con un certero remate.

Robinho sacó de un buen lío a su equipo, que no escarmienta y volvió a caer en groseros errores defensivos de los que le volvió a sacar Casillas, un portero que también gana partidos. El tanto de Balboa trajo la relajación definitiva, porque el público que acudió el Bernabéu estuvo sufriendo de principio a fin. Y es que como canta Calamaro, hay "demasiada camiseta y cada vez menos gambeta".