Con Salva y sin Piterman

No, ya no está Piterman. Los amantes del circo ya no pueden ir a Mendizorroza a saciar sus deseos. Pero allí, en el feudo alavesista, continúa el espectáculo. Y del bueno, porque llega el Málaga. El conjunto blanquiazul ya está en Vitoria esperando que Teixeira desempolve su silbato (¡peligro!), después de un viaje propio de la Odisea que comenzó el viernes y que acabará mañana a primera hora. Pero eso no cuenta. Cuenta el fútbol, cuenta el plan de Muñiz (un proyecto de ascenso enmascarado de humildad y trabajo) y cuenta Salva. El jugador "más determinante de Segunda", como dice Uribe. Se estrenó con dos tantos. Goles que al final de la temporada le tienen que suponer al Málaga un ascenso y a él una suculenta cantidad de dinero que no quiere perder y que sólo recuperará si sube al equipo.

Y es que Muñiz tiene un gran plan y Salva es su gran can. Por eso no le ha dejado fugarse con Víctor a Huelva. Por eso sacrifica a Baha y le retrasa en beneficio del maño. Por eso repite una lista que tan buen resultado le dio hace siete días. Por eso hoy, después del mediodía, su número fetiche será el 40. Las jornadas que quedarían...

El 'nuevo' Alavés. Si echan la vista atrás y recuerdan la pasada segunda vuelta, a su mente vendrán los apuros pasados para mantener la categoría. Pues si mal lo pasó el malaguismo, pregunten por Vitoria, que tuvo tan cerca la Segunda B que no se creen que sigan en la categoría de plata. Ahora viven salpicados por la Ley Concursal, que tan de moda ha puesto el Málaga (mucho más que Las Palmas y el Sporting). También podrán rememorar el último Alavés-Málaga. Fue la primera victoria a domicilio de Muñiz, Popo jugó de nueve y fue sustituido al primer suspiro, Aloisi falló un gol a puerta vacía y Perico se inventó un golazo tras una magistral asistencia de Sandro. Qué poco queda de todo eso. Ni el Alavés es el mismo. Ahora es un conjunto -con todo lo que esa palabra rodea-, aunque tenga menos pretensiones. Les falta gol, como bien dice Carpintero, y para eso han fichado a Aganzo sobre la bocina. Quizá sea poco para pensar en cotas altas. Esas con las que sueña el Málaga.