Yo digo | Jorge García
Que sirva para cerrar un ciclo
Hubiese sido demasiado. Había sido una semanita plagada de "el Atlético se quedó sin Gloria", "Los vampiros les chuparon la sangre" o "no hubo gloria bendita". Esta afición se merecía una pequeña tregua, toda vez que el equipo no le dio ni una sola alegría la temporada pasada. Otras veces queda una victoria sobre el Barcelona o un gran partido, pero del pasado curso nada. Lo más parecido fueron dos triunfos conseguidas de manera tragicómica ante Recre (gol con la mano de Agüero) y sobre el Villarreal (con un gol de dudoso honor a cargo de Eller). No hubo juego, apenas sólo chispazos mientras duraron los pulmones. No importaba. Alguno se frotaba las manos esperando un final de película de terror en la noche madrileña, pero esta vez, afortunadamente, no fue así.
Hay muchas dudas sobre este Atlético todavía, con y sin el balón, pero lo que se espera es que el partido de anoche, sin ningún rubor el más importante del club en las últimas cinco temporadas, sirva para cerrar un triste lustro de sinsabores. Hubo congoja, y mucha, demasiada para un equipo que se ha gastado diez millones de media en cada refuerzo. Para rescatar, el carácter bullicioso de Agüero y el punch de Forlán. Si le regalan, no perdona. El Kun necesita sentirse protagonista; ayer sonreía incluso cuando tras ese eslalon mágico de la segunda parte fallaba el remate más fácil. Un Agüero feliz puede significar un Atlético competitivo. Su talento marca diferencias y es cuestión de tiempo que el chico se centre y que Aguirre le entienda.