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Primera | Atlético de Madrid 2 - Celta 3

El Atleti aviva su peor leyenda

El Celta respira gracias a Baiano. Suicidio defensivo de los locales. Expulsión injusta de Luccin. Doblete inútil de Maxi. Los rojiblancos ven escapar la UEFA.

<b>DESOLADO. </b>Fernando Torres acabó el encuentro desolado y con la cabeza gacha. El Atlético perdió un partido clave para meterse en la UEFA.

Confiar en el Atleti es una misión imposible. Desde que ganó la Liga del 77, salvo el doblete y alguna Copa, se ha dedicado a disparar torpedos contra la línea de flotación de su historia. Ha pasado de ser una leyenda a convertirse en un circo. Cuando tiene que dar la talla, jamás responde y ayer volvió a fracasar. Europa se escapa, otra vez, y el milagro es que no huya también su afición, que anoche estalló indignada, pero volverá fiel en unos meses. Y encima les hacen pagar por acudir al Calderón. Tiene tela.

El Celta está vivo contra su propio pronóstico. Todo se le dio de cara: una defensa rival de chirigota, unos delanteros inspirados y las derrotas de Betis y Athletic. Sería bonito que se salvase porque es un ejemplo ver a un equipo con el agua al cuello sin hipotecar el estilo en busca de resultados. En contra del tópico, el talento también gana partidos en la zona baja. Ayer lo hizo.

A los dos minutos y 40 segundos, Seitaridis había sacado en la línea un remate a bocajarro de Nené y Leo Franco, un mano a mano con Canobbio. El show de la defensa rojiblanca estaba en marcha. Pero aún lucía el sol sobre el Manzanares y las arrancadas de Torres hacían prever un despropósito similar en la zaga celeste. Si las otras 18 defensas de la Liga decidieran jugar a la pata coja, estas dos serían las mejores. Bueno, tal vez. Sólo ser hoy Tamudo en Barcelona tiene más riesgo que ser Leo Franco o Pinto. Si no es por ellos, el resultado habría sido legendario.

El 1-0 llegó porque el fútbol, como casi todas las cosas divertidas de la vida, es muy sencillo cuando se hace bien. Maniche robó un balón en el centro de campo y cambió el juego a la perfección hacia el desmarque de Torres, que dejó de cabeza la pelota en la frontal para que Maxi enganchara de primeras. Tres toques. Un golazo. Tan perfecto que no parecía el Atleti. El espejismo duró dos minutos.

Fueron 120 segundos de fiesta, lo cual en el Calderón es como un desfase de cinco días, pero entonces apareció Seitaridis en su encarnación de Seitarado. Cuando el griego se enajena es a los laterales lo que Superlópez a Superman, una parodia. Nené le recortó en el área y él le arrolló porque apartarse le daba pereza. Penalti. Baiano lo metió sobrado, como si enfrente estuviera su sobrino y no el portero que más penas máximas ha parado de la Liga. Empate y Europa rumbo a Nueva Zelanda.

Entre el caos, volvieron a surgir Torres, Maxi y Maniche, los únicos tres futbolistas sobresalientes del equipo (el portugués es también una mente a estudiar, pero ese es un tema para otra ocasión). Todos rozaron el gol, pero lo que llegó fue el descanso. Y el fin del Atlético.

Otra vez bastaron dos minutos para que la zaga rojiblanca entrase en acción. Como Leo parecía empeñado en estropear su espectáculo y volvió a frenar a Baiano, los muchachos decidieron no defender el córner consiguiente. Yago cabeceó solo. Pero no como se suele entender en estos casos, no, solo como don Pimpón en una fiesta de Playboy: nadie en tres metros a la redonda. Increíble.

En picado.

A partir de ahí, los hechos se sucedieron como cuando alguien ronda la muerte en las pelis: muy rápido y borrosos. Pablo García se puso sus mejores galas de pendenciero y se la lio a Luccin, que se fue a la calle sólo por mostrarse tan evidentemente desquiciado. Burrull le vio entrar medio mal y le sacó la roja directa por lo que era, a lo sumo, una amarilla. Inmediatamente marcó Baiano. Hora de la muerte: 10 y 25 de la noche.

Con diez, sin fuerzas, sin recursos y el público vuelto hacia el palco, el Atleti buscó la heroicidad. Marcó otra vez Maxi, que en nueve partidos de Liga ha logrado cinco goles y dado cuatro. Aquel lejano España-Argentina fue, de largo, la peor derrota rojiblanca de la temporada. Se sucedieron las ocasiones en ambos lados, pero el 2-3 ya era inamovible, porque el Atleti estaba abocado a inmolarse un año más. Ahora debe ganar en Pamplona y rezar, igual que el Celta ante el Getafe. Ambos están vivos, aunque respiran con dificultad. Eso sí, si caen, sólo lo de uno será suicidio.

Incidentes en el encuentro

En el Calderón hubo ayer pancartas en contra de Cerezo y los dirigentes del club madrileño. Cuando el Atlético perdía, un grupo de aficionados se acercaron al palco y le rodearon. A una veintena se los llevó la Policía. Los seguidores del Frente Atlético esperaron al final del encuentro la salida de los jugadores rojiblancos. E incluso quemaron contenedores.