Benítez: de 'La Fábrica' a Atenas en veinte años

En el mes de agosto de 1986, pocas semanas después del gol de Maradona a Inglaterra en el Mundial de México, Rafa Benítez regresó al Real Madrid de la mano de Vicente del Bosque y con la bendición de Luis Molowny. Se había marchado diez años antes tras sufrir en el Parla una lesión que acabó con su etapa de jugador. En ese tiempo se preparó y acabó su carrera en el Instituto Nacional de Educación Física (INEF).

Del Bosque le redescubrió como técnico en Pozuelo. Rafa Benítez se quitaba el gusanillo de entrenador los domingos por la mañana en un parque de la localidad madrileña. Allí organizaba partidillos con los chavales que iban llegando a la alameda. De postes los árboles y como límites del campo las papeleras.

El Mangas.

Molowny, El Mangas, dio el visto bueno al fichaje. Si Benítez era capaz de montar dos o tres partidos simultáneos en un parque público, bien podría dirigir a los jóvenes del Castilla Juvenil B.

Alberto García, que lleva 49 años consecutivos trabajando en la cantera del Real Madrid, le recuerda: "Un día me tocó ser el delegado del equipo de Benítez. Era igual de nervioso e igual de buen técnico que ahora, y se lo dije: si te levantas menos y le hablas a los jugadores un poco más tranquilo llegarás a ser antes un gran entrenador, lo que estoy seguro que un día lograrás". Alberto, con su experiencia después de medio siglo en el club, vio rápido que Benítez tenía madera.

Su trayectoria en el Madrid era buena, muy buena. Del Bosque incluso le tuvo como ayudante en el primer equipo cuando Benítez sólo llevaba ocho años como técnico del club, algo inusual.

Y en el Madrid hubiera seguido, según él mismo cuenta, de no ser por las diferencias que mantuvo con Jorge Valdano por cuenta de un entonces joven jugador, Sandro, al que Rafa, en contra de los deseos de Jorge, mantenía como suplente en el Castilla. Sandro no tuvo luego una trayectoria tan brillante como se esperaba, con lo que pasados los años parece que Benítez estaba más cerca de la verdad.

Esa falta de sintonía y una oferta del Valladolid para entrenar en Primera le sacaron del Real Madrid que se quedó, como era tradición, sin un técnico-puente formado en el propio club, como en su día lo fueron los propios Luis Molowny o Vicente Del Bosque.