Copa de la UEFA | Sevilla 2 - Osasuna 0
El mejor Sevilla de la historia
Jugará su segunda final consecutiva de la Copa de la UEFA. Lección táctica magistral de Juande. Osasuna tuvo que rendirse ante el campeón.
La afición del Liverpool conmemoró el 25 aniversario de la muerte del legendario Bill Shankly con una simple pancarta que rezaba: "Bill Shankly 1913-1981. Hizo feliz a la gente". Dentro de algunas décadas, las futuras generaciones de sevillistas recordarán con emoción a este equipo armado para la gloria, para arrasar décadas de miserias deportivas. Quizá, los Biris colgarán en el Gol Sur algo así: "Juande Ramos nos hizo grandes".
Y es que la máquina asestó otro golpe a su historia, destrozó las ilusiones del pueblo navarro, aceleró los corazones sevillistas y despertó las lágrimas del ejército que siempre vigiló las espaldas de los suyos desde la grada. Osasuna jugó con dignidad y casta, pero terminó rindiéndose ante las oleadas de buen fútbol del campeón, del mejor Sevilla de toda la historia. No hay duda. En un año, este equipo ya empieza a coleccionar finales. Glasgow espera ya el desembarco de la máquina devoradora de rivales.
La propiedad del éxito habría que repartirla entre muchos, pero las lecciones de Juande dibujan la figura de un entrenador grande, de un técnico elegido. El cerebro de una apisonadora repleta de garra, ambición y calidad. Un entrenador con pinta de ese vecino del quinto insulso y ajeno al mundo, que oculta una vida intensa e inimaginable. Así es Juande. Anoche movió las piezas con una precisión matemática. Una locura táctica que escondía una intención asesina: Colocó a Adriano de lateral y a Puerta de interior, eliminó a Navas en el puesto de interior derecho, le doy toda la banda a Alves e incrustó a Renato como tercer delantero entre Luis Fabiano y Kanouté. El paso del tiempo nos descubriría sus intenciones: escapar del doble cerrojo de Ziganda en los costados para intensificar las llegadas por el centro, con Renato moviéndose entre líneas, y recurriendo al fútbol directo.
Pero hicieron falta un puñado de minutos para que la estrategia funcionara, porque Osasuna salió muy enchufado al encuentro. Ziganda construyó una fortaleza defensiva con Nekounam, Puñal y cuatro hombres estáticos atrás. Dejó a Raúl García en dobles tareas atacantes y defensivas (sin resultado final) y a Webó como referente en el ataque. Juanfran y David López acudían a recibir los rechaces del gigantón. De hecho, Juanfran cazó una contra envenenada. Osasuna plantó los dos pies con fuerza en el suelo y parecía inamovible. Durante media hora, la cosa pintó muy bien para los navarros, pero... la máquina se activó.
Tras un chasquido, después de un golpe de respiración más fuerte, en un instante, el Sevilla dio un paso adelante y obligó a Osasuna a retroceder los metros que había ganado. Puerta, Poulsen y Alves colgaban balones al área peligrosísimos. Osasuna reculaba y perdía metros desesperadamente. Luis Fabiano bajó un balón del área delante de Cuéllar. Entre el central y el portero se liaron de tal forma que le entregaron el rebote al brasileño. 1-0. La eliminatoria se igualaba, el Sevilla lograba lo más difícil y Osasuna veía cómo su disciplina se quedaba arrumbada en la cuneta. Nervión rugía, daba miedo. El pánico se introdujo por las venas de los jugadores de Osasuna que recibieron el descanso como el eterno respiro. Ahí fue cuando la eliminatoria comenzó a escapársele de las manos.
Y llegó el segundo.
Mientras Osasuna utilizaba el parón para respirar profundamente, el Sevilla afilaba sus colmillos, asumía lo hecho como una obligación y la necesidad de seguir batallando. En su actual estado anímico de grandeza no cabe la especulación. ...Y las tropas sevillistas salieron a destrozar al rival. Renato amenazó con un misil que buscó la escuadra, Daniel Alves soltó las amarras y Osasuna sentía que un tren estaba a punto de pasar por encima. Gente como Raúl García o Puñal se esfumaron. Resistir el empate era un triunfo; aguantar los arreones del Sevilla, un milagro.
En medio de las embestidas, la segunda apuesta del mago Juande Ramos, Renato, convirtió su definición en una delicia. Fue entonces cuando el partido se convirtió en una bendita locura. Alves, Luis Fabiano y Sasha Kerzhakov disparaban contras que cerrasen el pleito y Osasuna agotaba su última descarga de munición. Webó estrellaba un remate al palo que hizo temblar a todo Nervión. Osasuna se resistía ante la suerte que le deparaba el destino y murió lanzando un par de ataques amenazadores. Un gol, a esas alturas, enterraba todos los méritos del Sevilla.
Pero el vigente campeón no dio más opciones y certificó su grandeza con el pase directo a la final de Glasgow del próximo día 16. Miles de corazones latieron gritando Sevilla. Las generaciones más viejas aún se frotan los ojos y se enorgullecen tras muchos años de penuria. El sueño continúa. Con ustedes, el mejor Sevilla de la historia.