Fútbol femenino | Superliga
El Puebla, doce años en la élite del fútbol femenino
"Jugar en San Mamés fue un milagro", dice su presidente
Puebla de la Calzada es un pueblo de Badajoz de 5.600 habitantes que, gracias al fútbol femenino, lleva paseando su nombre por toda España desde hace ya 12 años y codeándose con los más grandes, pese a que su presupuesto, 130.000 euros, es el más bajo de la Superliga.
Esta última jornada su triunfo ante el Sporting de Huelva les alzó hasta el sexto puesto que, a día de hoy, les daría derecho a disputar la Copa de la Reina. "Llegar hasta aquí tiene mucho mérito, sobre todo teniendo en cuenta que tenemos una plantilla escasísima y que hemos llegado a jugar con once más una o dos en el banquillo. Hace unas semanas tuvimos que pedir la suspensión del partido ante el Athletic debido a las lesiones y a las bajas", explica José Luis Rodríguez Campos, presidente del Puebla.
El reciente fichaje de tres futbolistas ha aliviado la situación. El Puebla lo forman 18 jugadoras, todas extremeñas, menos tres cordobesas, una malagueña y una canaria. La media de edad es de 21 años, pese a que el equipo cuenta con la jugadora más veterana de la Superliga, Conchi, de 41 años. La mayoría son estudiantes y todas cobran, aunque sus sueldos no son comparables a los del fútbol masculino: entre 100 y 600 euros mensuales.
El Puebla representa un sueño hecho realidad. Desde su fundación, en 1995, ha sido dos años campeón de la Liga Nacional, una vez campeón de la Copa de la Liga y subcampeón de la Superliga en la temporada 2000-01. Llevar tantos años entre la élite les ha hecho compartir emociones únicas, como la que sintieron al convertirse, junto al Athletic, en el primer equipo femenino que jugaba en San Mamés. "Eso fue como un milagro. Jugar ante 30.000 personas fue para las chicas algo increíble", recuerda Rodríguez.
Tres años después, el Puebla vuelve a Bilbao el jueves en lo que su presidente ha bautizado como "el maratón vasco", ya que el sábado se enfrenta a la Real Sociedad. Por delante, más de doce horas de autobús para seguir haciendo realidad los sueños de un modesto con espíritu de grande.