El mismo día en que Pekín iniciaba una campaña para perfeccionar la etiqueta social de sus ciudadanos de cara a los Juegos de 2008, los jugadores de su selección olímpica de fútbol se dieron de tortazos con los del QPR en un campo cerca de Londres.

De hecho, lo que empezó como un partido amistoso con apenas unos cuantos espectadores acabó siendo un incidente internacional. Como nadie tiene claro quién empezó la tángana, la reacción en ambos países ha sido la lógica: mucha vergüenza siente la prensa china por el comportamiento de sus futbolistas ("Lamentable pelea del equipo olímpico", se lee en el China Daily), mientras que la afición del QPR se mostró alarmada (pero comprensiva) por el justificado palo que planea la federación inglesa.

Su presidente, Gianni Paladín, fue más allá: "Si descubrimos a los responsables de esto, serán despedidos". Esto fue una disputa masiva en el campo de entrenamiento del QPR que se inició con un puñetazo misterioso, un tortazo a un inglés, saltos de kung-fú por parte de los chinos y al final una melé de 30 futbolistas y técnicos en el que se especula con un premeditado retraso del QPR para saltar al campo o con un exceso de agresividad de los chinos como la mecha que incendió un polvorín que acabó con siete chinos de vuelta a casa y una investigación policial.