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Segunda | Hércules 0 - R. M. Castilla 3

El Castilla se da un festín

Negredo, Granero y Bueno tumban a un Hércules gris

<b>ALEGRÍA. </b>Así celebraron el tercer gol los jugadores del Castilla en el  91&#39;, abrazados en piña mostrando la unidad que hay en el equipo.
matías segarra

El Castilla dio una verdadera lección de fútbol. Pero sobre todo una respuesta repleta de madurez tras cuatro derrotas y un empate consecutivos que le mantuvieron sumido entre las dudas desde que asomó enero. Es cierto que durante la primera mitad mostró idéntica indolencia en ataque que en los traspiés pasados, pero siempre dio la sensación de que el partido tenía dueño. Blanco y con estrella (De la Red).

El adversario, esta vez un Hércules ambicioso que ha realizado 18 contrataciones para soñar con su regreso a Primera, puso mucho de su parte. Más bien su entrenador, que con una clara apuesta por despreciar el balón se inmoló, pues el que mejor lo trata y el que más te castiga si se lo regalas es el Castilla. Uribe dejó a Tote y Farinós en el banquillo, sustituyó a Xisco y Sendoa, castigados por jugarla, y nunca ofreció soluciones a los problemas que se avecinaban. Que eran variados y exquisitos.

Las perlas.

La capacidad de liderazgo de Sergio Sánchez fue primordial, un fichaje invernal procedente del Espanyol que no sólo ha lavado la cara de la precoz defensa madridista, si no que pronto, demasiado, derribará la puerta del primer equipo y más de uno deberá recoger sus bártulos para dejarle sitio, aunque estos sean de oro. Pero el resto fue aún mejor: la eclosión de Tébar en la medular como el inteligente distribuidor que es y que, su forzado exilio al centro de la zaga, nos había privado disfrutar. En este resurgir también tuvo cabida Granero, que en el Rico Pérez por fin mostró el gran poderío que lleva dentro anunciado por Benítez.

Lo demás ya lo esperábamos. La venganza de Negredo, sobre todo. El ariete erró la semana pasada un penalti (el tercero) y desde entonces contaba las horas para resarcirse. Pero la espera mereció la pena. Abrió el marcador de un cabezazo al inicio de la segunda mitad al adelantarse a un precipitada salida del togolés Agassa, convirtiendo en asistencia el melón servido por Dani Guillén.

Veinte minutos después forzó un penalti (transformado por Granero) y la expulsión de Mármol demostrando que los árbitros una veces quitan y otras regalan. Como éste fue el caso.

Para el final quedó lo mejor. El tardío desmelene de Uribe con la inclusión de Tote y Kike Mateo pero a esas alturas el talento continuaba arrestado por orden de la racanería. El Hércules marcó, pero Paradas Romero decretó fuera de juego. Muy dudoso.

El equipo alicantino estaba ya a merced del Castilla, pero aún así Bueno metió el dedo en la llaga aprovechando otra de sus escasas oportunidades. Controló en el pico del área, la orientó y, derramándose por la entrada de su marcador, la puso en la escuadra. El colofón ideal para un gran festín.