Primera | Atlético 1 - Racing 1
Munitis frenó la euforia atlética
El cántabro se exhibió y regaló el gol a Zigic. Pablo empató dos minutos después. El Atlético sigue sin dar la talla en casa. La delantera del Racing, un lujo
A partir de ahora, cuando me deprima ante la inminencia de los treinta tacos, pensaré en Pedro Munitis. Camino de los 32 años, el zurdo está físicamente igual que siempre (lo que es decir mucho) y parece que el regreso a Santander, a la tranquilidad del hogar y la menor exigencia de jugar donde ya eres un ídolo, le ha aportado una paz de espíritu de la que en otro tiempo careció. El antiguo revolucionario inconstante diseccionó al Atlético con la precisión de quien, ya de vuelta, lee el fútbol como si pusiera mi mamá me mima. El Racing no podía encontrar un mejor símbolo de su inteligente proceso de cantabrización.
Tampoco es sencillo hallar un delantero que condicione todo lo que sucede a su alrededor del modo en que lo hace Zigic. Poner a este tallo de 2,02 en un campo de fútbol es como meter a una chica calibre Natalie Portman en un bar de Malasaña (o similar). Ya nadie sabe qué hacer, todos se comportan distinto a como suelen, te planchas la camiseta con las manos, te quitas y te pones las gafas, rondas a su alrededor sin saber si entrarla o esperar su movimiento. Exactamente lo mismo que les sucede a los defensas con Zigic. Ninguna de las tácticas habituales va a funcionar. Sólo te queda intentar no hacer el ridículo y rezar porque él la tire fuera o ella te sonría. En cualquier caso, la probabilidad juega en tu contra.
Me dirán que les hable del Atleti, que ya es hora. Bueno, estaba allí, de eso estoy seguro. Ahora bien, ya me resulta más difícil decirles qué hacía. Una vez más, los rojiblancos regalaron la primera parte enterita, en lo que se está convirtiendo en una ridícula costumbre. No andan los de Aguirre tan sobrados como para liquidar los partidos en 45 minutos, sin embargo, salen siempre al trantrán, como un novio fingiendo competir de verdad en una pachanguita con su pareja. Pero en el caso del Atleti la cortesía no tiene premio, así que me lo expliquen, por favor. A mí, y a los 40.000 héroes que fueron al gélido Calderón y lo único que vieron antes del descanso fue el ya habitual vodevil de Galletti y Maniche. Una tragicomedia.
En el vestuario, Aguirre debió recordar a sus apáticos chicos que, tras toda una semana de hablar de pelear por el título, al menos debería pelear por el partido. Y el Atleti salió embalado, pero le sigue costando más meter un gol que a un árbitro entender el fútbol.
Torres y Agüero vivían una noche de persianas bajadas y éste es el problema capital de los rojiblancos. Sus estupendos delanteros son aún algo irregulares (sobre todo el Kun) y, si les toca el día malo a la vez, el Atlético no tiene más recursos. Luccin se pasa tanto tiempo tapando los agujeros que deja el disperso Maniche que apenas se permite licencias ofensivas; Jurado está fuera de sitio y aún es poco concreto, alternando detallazos con decisiones egoístas. Galletti, bueno, ya saben, metió aquel gol que le birló una Copa al Madrid. Fue en 2004 y aún vive de ello. Bien por él, la verdad.
El desenlace. El Atleti atacaba sin precisión y Munitis acechaba. Cada ratito, Zigic generaba un poco de caos con su mera presencia y su pequeño socio acababa montando un lío. En el 60', Colsa (notable en su regreso al campo donde le desquiciaron) no llegó por los pelos a remachar un pase de la muerte. Una vez más, cuatro defensas rojiblancos pedían un taxi en el área reclamando un fuera de juego que no existía. Si es gol, el club debería exigir sus dedos en una caja.
En el 64', Munitis controló de espaldas en la frontal y, de repente, se giró y remató. Un fogonazo que paró Pichu. Así que, cuando diez minutos después recibió en la misma situación, le acorralaron tres defensas y él tiró de repertorio para inventarse un pase mágico de cuchara a Zigic, que definió con estilo.
El Atlético tuvo la suerte de empatar en la siguiente jugada, una falta bien sacada por Jurado que peinó Pablo para llevarse una alegría que se le resistía hace tiempo. El Kun tuvo la victoria poco después con un cabezazo que rozó el palo, pero ya todos firmaban las tablas. Aguirre se marchó soñando con tener un desengrasante como Munitis y el Racing presumiendo de su extraña pareja, esa que demuestra que en el fútbol caben todos. Es bonito.
El detalle: Basile espió a Agüero y Garay
El seleccionador argentino y ex entrenador del Atlético, Alfio Basile, presenció el partido en el Calderón. El objetivo del técnico era ver en directo a Agüero, ya un fijo en todas sus convocatorias, y a Garay. El central del Racing aún no ha debutado con la absoluta, pero ha sido un referente en las inferiores y entra en los planes del Coco para próximos compromisos.