Primera | Atlético - Racing
Niños contra un gigante
Zigic obsesiona al Atleti en su asalto a la élite liguera
El Atlético ha salido del armario esta semana. Mejor dicho, le han empujado fuera los resultados de los demás, la caótica Liga que vivimos, la realidad que marca la tabla por encima de las sensaciones: los rojiblancos aspiran al título y así lo han reconocido esta semana Aguirre. Perea y Torres. "¿Por qué no?", preguntan. Hoy es un buen día para obtener respuestas a esa pregunta. Llega el Racing del gigante Zigic (2,02) y el polvorilla Munitis. Rival incomodísimo. Si el Atleti gana, acallará muchas de las risitas que provoca ahora su candidatura. Si pierde, al armario de cabeza.
La obsesión rojiblanca es Zigic, un delantero cuya presencia lo condiciona todo. Un tallo que es principio y fin del juego cántabro: pelotazo arriba para que el serbio la baje y decida (casi siempre con buen criterio). Lleva cinco goles, cuatro asistencias y cuatro penaltis provocados. Mucha tela. Es la salvación asegurada en un solo jugador. Para intentar frenarle, Aguirre dará entrada el 1,92 de Pablo por el 1,79 de Perea. Cambio tan lógico como peligroso porque, pese a su altura, el manchego no la rompe por arriba y la velocidad de Perea podría ser clave para frenar a Munitis. La extraña pareja del Racing plantea problemas tan diferentes que es difícil solucionarlos todos. Veremos si el estado de gracia de Zé Castro es la respuesta.
Simétricos. El Atlético maneja armas similares. Como se atasca en el Calderón igual que si circulase por la M-30, casi todo se reduce a los milagros de sus fantásticos delanteros. Torres, penaltis al margen, está enorme, imparable arrancado desde la banda y con la puntería recuperada. Agüero es un geniecillo que concede tres regalos por partido, pero qué tres. Crece por días. Será un examen muy exigente para Rubén, que parece haber encontrado al fin su sitio, y Garay, quizás el próximo Ayala.
En fin, interesante cuento el de esta noche. Un gigante y un duende travieso amenazan a dos niños. Y al fondo, un armario entreabierto y un trofeo. El argumento suena raro, ¿pero qué no lo es con el Atleti? Permanezcan atentos.