Primera | Celta 1 - Atlético de Madrid 3
Torres vuela y el Kun le sigue
El mejor Atleti de la temporada barrió al Celta. El Niño hizo dos goles y dio otro a Agüero Los locales, sin alma. Los de Aguirre, a cinco puntos del líder.
Lo sabía. Cada año llega un momento de la temporada del Atleti en el que hay que dedicar crónica tras crónica a Torres y ya no parar. ¿Qué decir? Que es un fuera de serie. Ya, ¿y algo nuevo? Que ahora tiene un escudero fabuloso, el Kun Agüero. Con ellos dos como punta de lanza, el Atlético le dio ayer un baile al Celta y se coloca a sólo cinco puntos del líder, en una Liga tan loca que es difícil descartar al equipo más loco de todos. Ese que en el Calderón huye de la pelota, incapaz de ganar al Nàstic o la Real, y llega a Balaídos y la toca de lujo, como si fuera el Barça (o el Espanyol).
Volvamos a Torres, que creímos que era Van Basten y resulta que es más Futre. Al Niño se le ha abierto un mundo de luz y de color cuando ha descubierto su ilimitado potencial si parte desde los costados. Así llegaron ayer los tres goles. Con espacio, humilla al lateral y sólo da tiempo a que le salga un central. Normalmente, tarde y mal. Como Tamas en el penalti que abrió el marcador. Era el minuto 12, el Atlético ya había tenido tres ocasiones claras y algunos aún no habíamos cerrado la boca. El Celta entre otros.
El capitán rojiblanco falló el penalti, para conceder unos instantes de sonrisas maliciosas a sus críticos, pero con toda la tranquilidad del mundo cabeceó el rechace. Tras el 0-1, el Atleti se desmelenó. En los siguientes ocho minutos creó más ocasiones que en un maratón de 48 horas en el Calderón. Galletti, Agüero, Maniche... Hasta que el Kun recuperó un balón en la frontal, se la lío a tres defensas y se la dio a Torres para que cruzara, perfecto, inalcanzable para el pluriempleado Pinto. Una definición de esas que no acostumbra. Si empieza a meterlas, apaga y vámonos.
El Celta podía ser para entonces un equipo de fútbol o una orquesta de fiestas de pueblo. Desafinaban todos por igual, su repertorio era tan tópico como mal elegido, ellos no creían en lo que hacían y su propio público estaba deseando que terminase el suplicio. O que, al menos, vendieran minis de calimocho en la grada. Sólo a Pinto, por aspecto y actitud uno de los irreductibles galos de Asterix, parecía importarle lo que sucedía. El resto, mucho toquecito y nada de alma.
El jefe indio.
Luccin, protagonista de tiempos mejores en Vigo, decidió que aquella afición merecía algo de fútbol y empezó a alimentar a Torres y Agüero con el mismo mimo que si fueran sus hijos. A la espera de refuerzos, de los lesionados y de que Maniche y Jurado confirmen lo apuntado ayer, el trío Luccin-Niño-Kun puede bastarle al Atleti para mantenerse al acecho, bien colocado para el ajustado sprint final que se adivina.
La exhibición rojiblanca se prolongó hasta el minuto 53, cuando Torres dejó atrás a Lequi y Tamas como si fueran niños o treintañeros de mi calaña y dio el pase de la muerte a Agüero, que logró el gol que llevaba persiguiendo toda la tarde. Su talento ya es conocido, pero hablemos de su actitud: pelea como si fuera torpe. Y dio ejemplo a tanto futbolista del Actor's Studio cuando Aspas, un molinillo que bracea como si nadase, le dio un manotazo en la cara que pudo ser su segunda amarilla. El Kun miró si sangraba, se dio la vuelta sin un gesto y a jugar. El barrio puede enseñarle mucho al fútbol moderno.
Tema zanjado, parecía, 0-3 y la goleada en el horizonte. Pero Aguirre empezó a pensar en la Copa (la lógica siempre vence a la lírica en la mente de un entrenador) y sentó a Torres. Como suele pasar con estos cambios, marcó el Celta. Fue una jugada aislada que define lo que debía ser el conjunto celeste. Gustavo López, Baiano y Canobbio combinaron al primer toque en la frontal y Nené fusiló a Pichu. Respuesta del técnico atlético: Costinha por Agüero. Así son ellos.
El Atleti entendió el mensaje de Aguirre y bajó el pistón. Quedaba tiempo, pero al Celta le duró el gas lo mismo que a una botella de dos litros de Coca-Cola que lleva un mes abierta en la nevera, un suspiro. Luccin recuperó la pelota para dejar morir el partido y renacer la ilusión rojiblanca. Torres y Agüero ya no estaban, ni falta que hacía. Su compromiso definitivo como pareja había sido anunciado un buen rato antes. ¡Qué vivan!
Vázquez a los árbitros
"Nunca fue, ni es, ni será, mi intención el ofender o menospreciar a ningún colegiado, ni al colectivo que usted representa. A veces, mis gestos espontáneos se pueden mal interpretar, pero que conste que jamás existe en mí animosidad alguna de dañar la imagen de este colectivo. Tal vez por mi forma de vivir los partidos, a veces, expreso mi disconformidad por algunas de las decisiones arbitrales. Me arrepiento y pido perdón a todo árbitro o asistente que pudiera considerarse afectado. Cambiaré de actitud tratando de contener mis impulsos y evitando cualquier gesto o expresión que pueda dañar la imagen de ese colectivo".
Vázquez envió esta carta a Sánchez Arminio en Navidad, informó ayer la Televisión Gallega.