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Fútbol | Un pueblo cuna de talentos

Silva y Valerón, dos genios y un solo pueblo: Arguineguín

Desde que salió Miguel Ángel, el hermano del jugador del Depor, los grandes mandan ojeadores allíHan creado su propio equipo

Ladislao J. Moñino
<b>LA PLAYA ES LA CLAVE. </b>La playa de Arguineguín, donde en verano se juega al fútbol hasta caer el sol, es la clave para que del pueblo hayan salido ya dos internacionales absolutos (Valerón y Silva) y la calidad técnica del jugador medio nacido en el pueblo sea muy apreciada.
helios de la rubia

Una papa o una naranja, cualquier objeto que se asemejase a una pelota le valía a David para jugar. Y no la soltaba hasta la noche", recuerda Nando Silva, abuelo paterno de David Silva, el chico de Arguineguín (10.000 habitantes) que cada quince días pone en pie a Mestalla con su exquisita pierna izquierda. En el antiguo y árido campo de tierra, ahora de hierba artificial, también se forjó el talento de Juan Carlos Valerón, otro que explica el fútbol a través del manejo virtuoso de la pelota.

Aythami, mediapunta reconvertido a central por el que se comenta en la zona que el Atlético pagará en breve cinco millones de euros, es originario de aquí. Y hasta Chamsida, una de las estrellas del Levante femenino, también nació en el pueblo.

La técnica parece que se cultiva de manera innata en Arguineguín desde los tiempos de El Cangrejo, el club que dio pasó al actual equipo del pueblo.

Si se pregunta por dónde está el secreto para que de una pequeña población salgan jugadores tan cualificados con la pelota, la respuesta más general es un "no sé", "es algo natural". Esa naturalidad como razonamiento a los futbolistas con denominación de origen del lugar cobra sentido cuando se comprueba el tiempo que ocupa el fútbol en la muchachada. "Lo de tocar bien la pelota es algo tradicional aquí. El nivel técnico del jugador de Arguineguín es superior al del resto de la Isla. La playa forma a estos chicos porque hay que tener mucha técnica para poder jugar allí. Las conducciones y los controles son más difíciles. A veces pienso que los entrenadores llenamos los campos de conos y podemos hacer que se pierda la espontaneidad de la playa. En verano juegan en la playa hasta que cae el sol. Muchos de los que están ahora jugando aquí, cuando terminen de entrenarse, seguro que van a esas canchas de arriba a seguir jugando", dice José Carlos Álamo, entrenador de categoría nacional que tuvo a sus órdenes a Silva.

Una mina. Esa singularidad del futbolista de Arguineguín ha abierto los ojos a los grandes clubes, que ya no pierden de vista cualquier nuevo talento que pueda surgir.

"Todo empezó con Miguel Ángel Valerón, el hermano de Juan Carlos. A raíz de su fichaje y su éxito en Las Palmas los ojeadores de los grandes clubes empezaron a venir. Y también fue un gran impulso moral para el jugador de aquí, que se dio cuenta de que se podía salir del pueblo y llegar alto", explica Álamo. El Valencia ha sido el club más interesado y ha firmado un acuerdo de colaboración por el cual tiene derecho de preferencia para llevarse a cualquier jugador a partir de cadetes. Según las etapas que va cumpliendo el club recibe una compensación ecónomica de la entidad valenciana. "Me tacharon de anticanario por no firmar con Las Palmas, pero aún nos deben dinero por Aythami. Yo tengo que mirar por mi club. Aquí no les ponemos trabas a los jugadores para que se vayan", asegura Miki, el presidente más joven en la historia del club con 31 años. No quiere que suceda como con el Artesanos, un club de la humilde barriada de la Isleta, de la que salieron Guayre, Rubén Castro o Sergio Marrero. "Cuando el Artesanos desapareció no recibió ningún tipo de ayuda", sentencia enojado Miki.