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Segunda | Tenerife 3 - Castilla 2

Un Castilla de dos caras

Casi remonta tras el 3-0 del espantoso primer tiempo

<b>DESESPERADO. </b>La imagen de Codina refleja lo que fue el partido para el Castilla en ocho minutos de desconcierto absoluto en defensa.
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Varios adjetivos valdrían para definir a este Castilla. Desde talentoso hasta atrevido. Pero el que mejor resume su conducta habitual sería el de impredecible. Y lo es porque tan pronto golea y engancha con su estilo de juego, como ofrece unas clases aceleradas de cómo cometer errores garrafales y regalar los puntos al adversario. En Tenerife no sólo repitió la historia de siempre, sino que además ofreció el ejemplo más rocambolesco.

Hasta el minuto 34 de la primera mitad todo marchaba sobre ruedas para los de Michel, con las señas de identidad que le hacen mantenerse en la zona noble de la tabla: Tébar creaba, Adrián dirigía y Valero hincaba el diente. Lo habitual. Su dominio sobre los chicharreros era descomunal. Tanto que la afición canaria silbaba a los suyos y aplaudía a los madridistas. El balón corría entonces vertiginosamente de lado a lado, sin que nadie lo tuviera en propiedad más de dos segundos. Pero en ese preciso momento comenzaron a arreciar los despropósitos, y con ellos llegó el caos. Maravilloso para el espectador.

Primero Pablo Sicilia (ex atlético) cabeceó a placer un córner botado por otro colchonero, Sergio Torres. En esa jugada los centrales madridistas hicieron la estatua y propiciaron la cantada de Codina: 1-0. Tres minutos después, el enésimo despeje defectuoso de los zagueros cayó en las botas de Luis Gil, que fusiló a Codina, aunque no logró superarle. El rechace sí lo aprovechó Culebras, que a placer abrió más la herida. 2-0. Pero hay no cesó el show. En el 41' un inofensivo saque de banda del Tenerife se convirtió en otra seria amenaza para la zaga del Castilla que, cómo no, volvió a dudar. Un regalo que Ayoze no desperdició con picardía desde el corazón del área. El tercero.

Reacción.

Pero los que siguen habitualmente las andanzas del Castilla saben que sus partidos nunca podrían morir cuando restan 50 minutos para finalizar, porque la juventud de sus jugadores siempre pide guerra. Y ésta llegó pronto. Cuando más afecta al rival: en el último minuto del primer tiempo. En ese instante el colegiado dio un doble mazazo a los locales. Expulsó sin deber a Ayoze por una mano infantil y señaló un penalti inexistente a su favor, aunque Negredo lo erró. Con este fallo el enfado madridista aumentó y de él se sirvió para intentar el milagro después.

La velocidad de Mata, el desparpajo de Bueno y la calidad de Valero hicieron que casi se obrara éste, porque gracias a estas virtudes llegaron los goles de Mata y Negredo en los primeros minutos de la reanudación. Sin embargo, la ansiedad nubló la mente de los canteranos cuando más inteligencia se necesitaba, volviendo a dejar un poso de tristeza en Michel en otra de sus nefastas noches tinerfeñas.