Primera | Atlético 1 - Espanyol 2
El Calderón está maldito
El Atleti falló atrás y le mató el trío Iván-Luis-Tamudo
No hay manera. El Atlético sale al Calderón aterrorizado, como un adolescente al que han pillado fumando y no sabe inventar una excusa ante sus padres. Se aturulla y se viene abajo solo, sin necesidad de que los adultos abran la boca o el rival haga méritos. Así, en el minuto 8 el Espanyol ya ganaba, merced al enésimo suicidio defensivo de los de Aguirre. Esta vez fue un regalo de Perea, que siempre que tiene el balón en los pies es un desastre esperando a suceder.
Aunque, claro, la magnitud final del error la marca el enemigo que tienes enfrente. Y el de ayer era fantástico. El balón perdido le cayó a De la Peña, que esperó y esperó mientras los seres humanos normales pensábamos que se había dormido. De golpe, tac, encontró a Luis García solito en la esquina del área, fue la décima de segundo que separa un pase peligroso de uno decisivo. Pero el segundo eslabón de la cadena, Luis, no era peor que el primero y encontró igual de fácil al tercero, Tamudo, siempre el más listo, siempre en el sitio adecuado. Pim, pam, pum, gol. Tan simple, tan difícil.
Dos mundos. Pocos equipos pueden presumir de un trío así, aunque también pocos se atreverían a ponerles juntos y con la libertad que requieren. Gallifante para Valverde. Algunos dirán que es un valiente, yo opino que, sencillamente, es un tipo sensato. Tras el 0-1, el Atleti se desintegró, ahogado por su ineptitud para manejar el juego. Uno se imagina a De la Peña de rojiblanco y la Champions sería una apuesta segura.
El Espanyol vivía en su salsa, dejando que el Atleti chocase contra el muro o le regalase su enésimo pelotazo sin sentido para salir como una flecha. Iván levantaba la cabeza y el Calderón temblaba como un niño. Milagrosamente no llegó el 0-2 y Torres, siempre Torres, decidió solucionar aquello cómo fuera. Y a fe que lo hubiera logrado de haber tenido un mísero socio.
Pero no lo tenía. Una y otra vez el Niño bajaba a buscar la pelota, desmadejaba rivales a su paso y creaba una ocasión. La más clara la desperdició Maniche, lanzando a cualquier zanja de la M-30 un gol cantado. Tras el descanso entró Jurado y Torres al fin encontró un amiguito. Así, el acoso tuvo premio en un cabezazo de adivinen quién. Empate. El Espanyol estaba groggy y el Atleti lanzado hacia una nueva remontada heroica, pero...
Pero Maniche perdió un balón en la frontal y regaló una falta absurda. Les recuerdo lo de la gravedad del error en función del enemigo. De la Peña y Luis García, dos balas de plata, muerte segura: el asturiano la clavó en la escuadra. Aguirre metió a Mista por un desaparecido Agüero, sin atreverse a quitar un pivote, así que Torres contra el mundo, capítulo mil. Y el Niño rozó la heroicidad, tumbó a medio Espanyol y... Kameni evitó el milagro. Y el Calderón sigue embrujado.