Demasiado botín grana

El Murcia se salvó por la campana. En la última jugada, gracias a un autogol de Iker Begoña, los de Alcaraz firmaron las tablas ante un Lorca que se debería replantear el solicitar que los partidos duraran sólo 85'. Les sucedió ante el Vecindario y ayer, después de firmar una segunda parte en la que incluso pudo golear a un Murcia plano, sin alma, sin capacidad de reacción y sobre todo sin gol, se volvió a repetir la historia. Un tanteo a todas luces injusto con los méritos de unos y otros que devuelve a primera plana esa máxima en el fútbol que dice que cuando el pequeño perdona al pez grande, lo termina pagando.

Los lorquinos entraron con una velocidad más que su rival; con Israel e Isaac desdoblándose y asociándose con Ramos y De Carlos llegaba el peligro blanquiazul. Daba la sensación que mientras los locales buscaban el marco rival, los de Alcaraz se limitaban a controlar. Y en una de esas, Ania lanzó un zarpazo desde la frontal ante el que nada pudo hacer un Notario que reaccionó, creo que por culpa de los focos, una décima de segundo tarde.

Tras el gol y hasta el descanso el Murcia controló en la zona ancha. Fue un control tan inservible como 'mentirosillo'. Quizás hasta motivado por el propio Lorca que paso de dominar a jugar a la contra. Antes del descanso Ramos volvió a llevar miedo, pero Notario despejó a córner. Del Murcia, poco que destacar: apenas las ganas de Jofre (un pitido de la grada cortó su mejor jugada) y un disparo por tiempo de Abel. Muy poco para un equipo plagado de buenos jugadores. Pero lo peor estaba por llegar.

Injusto.

En la segunda mitad el Lorca aprovechó la necesidad grana. Hasta cinco oportunidades claras. Dos de un soberbio De Carlos (se gustó), otra de Ramos, otro mano a mano de Kiko... y seguramente alguna más fruto de un dominio insultante. Una superioridad cimentada desde el omnipresente Moro (jugador de Primera, lástima de carácter en otro tiempo); gracias al empuje de Jurado, la calidad de Ramos y De Carlos... en definitiva de un equipo que pasó por encima del Murcia (regaló pelotas desde atrás, no controló en el eje y sigue esperando a Antoñito).

A Jauregi sólo le pudo batir Iker Begoña en una jugada de mala suerte, de 'milagro' para un Murcia al que ni siquiera el subidón del empate debe hacer olvidar lo anterior. Se impone autocrítica en toda regla para un Murcia que jamás tuvo opciones de ganar, que se pasó la mayor parte de la tarde perdiendo y que terminó empatando.

Como dice Alcaraz hay mucho por recorrer y por mejorar. Ayer la flor, su flor, volvió a salir al rescate de un equipo al que conforme pasan las jornadas hay que exigirle mas... pero que curiosamente está ofertando menos.