El futuro de Beckham sigue siendo una incógnita. Decidido a aparcar cualquier decisión hasta que consiga (o no) regresar al equipo titular, su obsesión es trabajar para convencer a Capello. Sin ultimátums, sin declaraciones altisonantes, sin malas caras por continuar en el banquillo. No es fácil controlar los miles de pensamientos que se le cruzan a un futbolista que se queda fuera del once (como se vio con Cassano o Ronaldo), pero Beckham sabe que el tiempo dará o quitará razones.

Le ha pedido tiempo al club para ver si Capello cuenta con él o no, y se ha dado tiempo para ver las posibilidades que se le han planteado para la temporada que viene si no renueva. Esa es la única novedad sobre su futuro: a Beckham le ha sorprendido gratamente el interés de unos 17 equipos que se han puesto en contacto con sus representantes para hacerse con sus servicios. Algunos le querían en enero, pero todos han recibido la misma respuesta: vuelvan ustedes a finales de enero o febrero. Hasta entonces no sólo no se va a hablar de su próximo club, sino que ni siquiera se va a discutir en su entorno su posible marcha. Lo que es más: si Beckham, que sigue atentamente las positivas declaraciones de la cúpula blanca sobre su continuidad, encadena una docena de partidos de titular, el contrato se firmaría casi de inmediato.

Se habla del Inter, del Blackburn, de EE UU pero el jugador ni siquiera ha empezado a imaginarse la vida en otro lado. Ahora que tiene casa comprada en Madrid y ahora que entiende los entresijos del club, prefiere no pensar en irse. En su cabeza cabía la posibilidad de empezar a decidirse a finales de este mes, pero su lesión de rodilla ha retrasado el proceso. Ahora que vuelve, lo único que quiere (y necesita) es jugar.