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Segunda | Málaga 1 - Ponferradina 1

Canto a la mediocridad

El Málaga tira dos puntos en otra tarde para olvidar

<b>IMPOTENCIA. </b>Salva intenta progresar con el balón ante la presión de varios futbolistas de la Ponferradina.
mariano pozo

El Málaga tiró dos puntos a la basura en el estreno de Muñiz en La Rosaleda. Fue un nuevo canto a la mediocridad. Y se está convirtiendo en norma. Peligroso hábito. No sería justo rescatar a nadie de este naufragio blanquiazul, aunque quizá el Chengue, al que el técnico negó su derecho ganado en el césped a ser titular, estuvo por encima de los demás durante un cuarto de hora. Lo peor es que La Rosaleda va entendiendo cada día que pasa que con la camiseta y el nombre no se sale del infierno de Segunda. Todo el mundo sabe que hay tiempo, que el Málaga posee casi la mejor plantilla de Segunda y mil cosas más, pero la temporada pasada ese también fue el discurso y ya saben como acabó la historia.

Así va a ser difícil ascender. El técnico apostó por un solo punta ante un conjunto limitado como la Ponferradina que incluso terminó con diez hombres. Tanto conservadurismo desembocó en media hora de inquietante aburrimiento. Por suerte, Muñiz entendió que Salva no podía estar tan desasistido. Nada más pisar el césped, el Chengue empezó a recibir el calor de La Rosaleda, que le ha perdonado cualquier error del pasado. En cinco días lleva los mismos goles que en año y medio. Caprichosas rachas. Los dos primeros balones le buscaron, siempre móvil, ofreciéndose, estorbando al rival. Ese es su trabajo. Y el campo rugía a su ritmo. Parecía como si las luces se hubiesen apagado y un foco le alumbrase directamente a él, el rey de escenario. Envuelto en un frenesí absoluto, luchó un balón suelto con el portero (quizá fue falta) y forzó un córner. Estaba escrito. Todo el mundo sabía que era para Morales. Medio metro por detrás de Salva, apareció como un auténtico killer para abrir el marcador. Su show acababa de comenzar. Poco después entre él y Edgar casi fabrican otro gol, pero la imprecisión de ambos (y una posible mano) estropeó el festival. Pero quedaba la segunda parte

Y qué segunda parte. De la manera más absurda posible, el Málaga concedió un córner. Con total beneplácito del equipo, Risso, delantero normalito, remató y gol. Zarpazo mortal. Los blanquiazules tiraron de corazón, loable pero insuficiente. Es lo mínimo. Incluso pudo llegar la derrota. Con el Málaga volcado, Pereira se quedó solo ante Arnau. Al atacante se le hizo tan pequeña la portería, que el catalán salvó un punto. Punto que sabe a poco. Muñiz lleva tres partidos y no sabe lo que es ganar. Y al Málaga se le ha olvidado.