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Copa del Rey | Atlético 0 - Levante 1

Nino tumba a una banda

El Levante fue muy superior a un Atlético espantoso

<b>UN DESPROPÓSITO. </b>Costinha choca con Carmelo mientras el balón huye en otra dirección.  La imagen perfecta para un partido infame.
agencia

Acudieron 2.500 valientes y fueron demasiados. El infame partido que perpetró el Atlético ayer resucitó todos los fantasmas de las temporadas pasadas. Un paso atrás descomunal. El Levante, plagado de suplentes, jugó con el equipo rojiblanco como si éste fuera de Regional. Al próximo del club que intente vender la moto de que no se fichará, que con lo que hay basta, se le va a caer la cara de vergüenza a mitad de frase. Las lesiones han dejado el proyecto de Aguirre como más agujeros que un queso de gruyère

Aunque el más grave, al menos para los partidos en que deba llevar el peso del juego, estaba desde el principio: falta un creador. El Atlético, que fuera se mueve como pez en el agua, es un desastre en casa. No bastó con la inclusión de Jurado en la mediapunta. El chaval dejó buenos detalles, pero aún no tiene ni la continuidad ni el físico para ser un referente fiable. Todo lo demás es brocha gorda.

La joya granota. Así, el empuje local aguantó lo que tardó Kapo en entrar en calor. Durante toda la noche dio la sensación de que el francés jugaba a otra cosa. Y era verdad: sólo él parecía futbolista, los demás eran un circo. Sólo la evidente falta de gol de los delanteros del Levante, que parecía que tenían prohibido tirar a puerta, y una mano prodigiosa de Leo Franco en una falta lanzada por, cómo no, Kapo, permitieron al Atlético llegar vivo al descanso.

Pero nada más reanudarse el choque descubrimos que era un muerto viviente. La segunda parte fue un monólogo. Kapo iba y venía como si jugara con niños y sólo el despliegue de Perea, llegando al cruce a velocidades imposibles, retrasaba el gol. Lo cierto es que el partido era insufrible. Supongo que el genio que recuperó el doble partido en la Copa se había bebido más de tres. En compañía de quien decidió que los abonados del Atleti pagasen ayer. Se están cargando la competición hasta el punto de que una y otra vez se me iban los ojos al Joventut-Panathinaikos. A lo mejor el truco para que la gente vuelva a ver el baloncesto es hacerle coincidir con estas primeras rondas. O con el Atleti.

Les voy a hablar de Agüero y Torres porque lo están esperando, no porque se lo merezcan. Sin nadie que les dé un balón en condiciones, o no la huelen o tienen que buscar la jugada imposible hasta el hartazgo. Sólo una vez conectaron bien y Valera llegó para estropearlo. Si alguien espera que el murciano, Galletti, Pernía o Costinha hagan olvidar a Maxi y Petrov, va listo. Valen como alternativas puntuales, no como titulares vitales. Los 2.500 valientes lo vieron muy claro y estallaron en pitos tras el gol postrero del irreductible Nino, genialidad de Kapo mediante. Fue un tanto con una doble misión: hizo justicia con el Levante y mandó un aviso muy serio al Atlético. En su mano está ahora escucharle.