El premio no fue para el mejor
Sin gol, apaga y vámonos. Ya puedes tocar y tocar, que eso no sirve para nada si luego no rematas. Y el Atlético tocó mucho en Riazor, pero para nada. El Depor, en una falta, encontró de refilón la cabeza, precisamente, de Arizmendi, no hay peor cuña que la de la misma madera, y le robó la cartera y los tres puntos. ¿Injusto? Yo creo que sí, pero no le vayan con este rollo a Caparrós que no va a parar de reírse en una semana, porque ya ha explicado a todo el mundo que para él lo que cuenta son los goles que concede el árbitro, sean de tacón, con el pie o con la mano. Y lo de tocar y tocar, como Capello: que toquen ellos. Así que a Aguirre se le debió quedar esta vez cara de primo, con perdón, porque el Atlético lo puso todo, el dominio, el juego y las ocasiones y el Deportivo se limitó a meter su golito, que es lo que cuenta en este deporte caprichoso, que no siempre premia al que mejor juega. Como en Riazor.
Con todo esto quiero decir que a mí me gustó el Atlético. Funcionó el trivote del centro del campo. Maniche, Luccin y Costinha controlaron el partido, Antonio López estuvo en su línea ascendente, cada semana mejora, y el Atlético llegó con mucho peligro, sobre todo por la banda izquierda. Le faltó pegada, ese mal endémico de las últimas temporadas, porque el Kun intervino poco y el Niño estuvo demasiado retrasado. Y cuando llegó tropezó en los postes, o en la rodilla de un defensa o en un inmenso Aouate. Mala suerte. Caparrós tiene derecho a reírse, vale, pero fue injusto.