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Primera | Atlético

"¡Maradona, Maradona!"

El Kun Agüero fue jaleado por los aficionados en el Masters de tenis

Actualizado a
<b>“¿QUIÉN ES ‘BYE’ QUE SALE TANTO?”</b>. Sergio Agüero confesó “no haber jugado casi nunca al tenis”, aunque Carlos Moyá irónico dejó caer que tenía “buena mano” y provocó la anécdota del sorteo cuando hizo una inocente pregunta: “¿Quién es ese señor Bye que sale tanto?”. Ese By, que aparecía junto a los nombres de los 16 favoritos no significaba otra cosa que “exento de la primera ronda”, le explicaron.

"¡Ya eres igual que Maradona. Vamos, Kun, que ya eres como El Diego!". Así recibieron ayer los aficionados al tenis a un genio del balón. Sergio Agüero se acercó por la mañana al Madrid Arena para colaborar en el sorteo del cuadro final del Mutua Madrileña Masters Series de Madrid. Al lado tuvo a Manolo Santana, una leyenda que ganó Wimbledon; a Carlos Moyá, un vencedor en Roland Garros, y a Richard Gasquet, la esperanza del tenis francés que está llamado a rivalizar con Rafa Nadal. Pero todas las miradas iban dirigidas hacia él. Más exactamente hacia su mano izquierda, esa con la que el sábado "por un acto reflejo" según explicó después, conectó un directo que mandó el balón a la red del Recreativo. El gol que dio la victoria al Atlético en el minuto 77 y que ni Pérez Lima ni su asistente invalidaron.

Viendo al Kun, a todo el mundo le vino a la mente la picardía de Maradona contra Inglaterra en México 86. Cuando La Mano de Dios pasó a la historia. Si algunos se atreven a comparar a este chico de 18 años con uno de los más grandes, ya tienen un argumento más.

Prudente. El argentino dirigía a los aficionados sonrisas cómplices, pero regateó a los periodistas. "No voy a hablar de fútbol", advirtió el Kun marcado muy de cerca por uno de sus representantes mientras que desde la grada le jaleaban. "¡Eres el monstruo del Atlético, nos has hecho disfrutar a todos. Eres como Maradona!", le gritó un aficionado que sorteó la seguridad para acercarse a pie de pista a soltárselo.

Luego, el Kun cogió la raqueta que le tendió Moyá y se animó a pasar unas bolas con él en la pista central. Enseguida se vio incómodo y empezó a devolverlas con el pie. Después, con la cara de asombro de un niño, se metió en las pistas de entrenamiento para ver a Nadal y Federer. Esperó a su compatriota David Nalbandián, hincha de River, comió con él y le dio ánimos para la final de Copa Davis. Pero todo el mundo le miraba la mano...