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Segunda | Málaga 3 - Las Palmas 1

Salva, como siempre

El Málaga deja a Aguiar al borde de la destitución

<b>GRAN REMONTADA. </b>Salva, que está en plena racha anotadora, remata un centro en la primera mitad.
mariano pozo

El Málaga de los jugones (y del eterno matador Salva) devolvió la sonrisa a La Rosaleda a costa de un Carlos Aguiar que podría ser destituido en unas horas. Los blanquiazules, además, tenían una dedicatoria pendiente a Darío Silva, que volvió a jugar al fútbol en el videomarcador. "Ánimo Darío", rezaban las camisetas de los jugadores antes de empezar. Aunque hubo que sudar mucho ante el tremendo despliegue físico de Las Palmas.

El primer contratiempo que se encontró Marcos fue la baja de Romero instantes antes de comenzar el choque. El cántabro suplió la ausencia del charrúa con Silva, un recurso que se inventó en pretemporada. Los malagueños no echaron en falta al Gato en los primeros compases. Como si fuese el partido de Gijón, el Málaga, con el descaro que le dan los jugones, llegaba con claridad al área (Salva tuvo dos cabezazos que debieron entrar). Las Palmas tenía que ser más inteligente que el rival si pretendía obtener algo positivo. El Málaga era un Goliat demasiado grande para noquearle a los puntos, así que el equipo de Aguiar se agazapó y decidió encajar los golpes como un muñeco de trapo atizado por Mike Tyson. Incluso, mandó defender los córners con sus 11 hombres protegiendo el área. Aguiar sólo quería un encontrar un resquicio para golpear en la mandíbula al Málaga. Y lo encontró. Txiki aprovechó un error general de la zaga para callar a toda La Rosaleda. El gol fue una liberación para los amarillos que casi matan a los malacitanos en un par de contras. Pero cuando peor estaba el Málaga, Jonatan tiró de esencia y encontró a Javi Calleja. Pindado, que había abortado todo el peligro en esos 40 minutos, no pudo hacer nada para detener el envenenado centro chut de Calleja. Al descanso, y otra vez a empezar. A los grandes, y el Málaga en Segunda lo es, no les puedes dar vida.

Aguiar recuperó la estrategia con la que comenzó el partido, es decir, cerrar huecos, encajar los golpes y dejar a Márquez luchando solo. Tuvo una el delantero, ayer más que nunca, insular. Márquez, voluntarioso y poco más, fue eso, una isla. Tuvo una, pero Arnau le obligó a escorarse. Sin ángulo falló y mató las opciones de victoria canarias. Era cuestión de tiempo que los malagueños acertasen. Sobre todo porque el Málaga tiene a Salva enchufado. Sólo había que tener paciencia. Su último cabezazo fue demasiado para Pindado. La Rosaleda rugió y despidió al killer con una ovación merecida. Ya lleva cuatro. Y Couñago, tres. El gallego, que perdió la titularidad sin saber por qué, entró en escena casi al final. No necesitó más. Le pusieron una en la cabeza y no perdonó. Con pólvora, todo parece más fácil. Segunda remontada y seis goles en dos partidos. Con los jugones, por supuesto.