Rafa Iriondo
"No quiero ver al Athletic en Segunda"
Sobrevivió al Bombardeo de Gernika y pasó una odisea hasta ser león. La muerte de Zarra le dejó como único superviviente de la mítica delantera. Ahora sufre mucho.
Da gusto verle, a punto de cumplir 88 años se conserva como un chaval. Su salud no se parece en nada a la del Athletic.
Pues sí, no me puedo quejar. Me cuido bastante en las comidas, sigo conduciendo sin problemas a mi edad... Soy feliz, aunque las muertes de mi amigo Telmo este año y la de un hijo me han hecho daño. Es cierto que la salud del Athletic parece peor que la mía. No quiero ver al Athletic en Segunda. Estoy muy preocupado.
¿Vio el partido del domingo ante el Atlético?
Sí, por televisión. Pero no quise ver los últimos minutos y lo dejé con 1-3. El equipo sufría y me pareció que había visto ya bastante.
¿Suele ir a San Mamés?
Sí, ahora que estoy en Sukarrieta no me acerco a Bilbao, pero cuando me traslade enseguida allí, iré a La Catedral. Eso sí, en algunos partidos me voy en el descanso.
Ganó una Liga y cuatro Copas como jugador en el Athletic. ¿Es duro ver al club de sus amores tan lejos de levantar un trofeo?
Está claro, pero veo mucho fútbol por televisión, todos los partidos que puedo, y me doy cuenta de que el Athletic cada vez lo tiene más difícil. Los equipos se refuerzan y el Athletic, por su filosofía, depende de lo que salga en el fútbol vasco.
Hablemos de tiempos mejores y qué mejor manera que adornar el escenario de esta conversación con una fotografía de la mejor delantera de la historia del Athletic, de la que usted es el único superviviente, aunque Iriondo, Venancio, Zarra, Panizo y Gainza siempre estarán en cuerpo y alma.
Me emociona mucho verles. Me dan ganas de llorar sólo pensando que no están aquí, que se han ido. Con Zarra se me fue un ídolo, un amigo, un vecino. Hace bien poco que quedábamos los dos matrimonios para jugar a cartas, prácticamente todos los días. Lo pasábamos bien. Por lo menos, no sufrió en su muerte y veo a su mujer muy entera.
Repasemos la delantera. Empecemos por usted mismo. ¿Cómo llegó al Athletic?
Lo mío fue casi una casualidad. Yo jugué mi primer partido con 15 años en el Gernika. Me dijeron que si el árbitro me preguntaba la edad, dijese que tenía 18. Y a la semana siguiente desapareció el club por motivos económicos. Llegó la Guerra Civil, me tocó ir al frente. De allí me escapé. Estaba un día vestido de militar en Bilbao junto a un compañero y bajábamos hacia San Mamés. Yo, que desde siempre tenía claro que iba a ser futbolista, le dije "si me dejasen hacer una prueba...". De repente, pasó a nuestro lado una persona que pintaba entonces en el Athletic y mi amigo, porque yo jamás me hubiese atrevido, le dijo a ver si me podían probar. "¿Dónde ha jugado?", le preguntó. "En el Gernika", contestó. Yo, por dentro, pensaba para mí que sólo había jugado un partido de fútbol. Ni entrenar ni nada, le pegaba patadas al balón por mi cuenta. Me dieron una ropa, me dejaron entrenar y les convencí. "Vuelva tal día, que va a tener ficha en el Bilbao Athletic". Me fui loco de contento, jugué cuatro o cinco partidos y me iban a hacer ficha para el primer equipo, pero tuve mala suerte.
¿Qué le sucedió?
Pues que me sortearon para el servicio militar y me tocó salir de la península. Me presenté ante un cargo y traté de convencerle de que Iriondo se escribía con i griega. Me dijo, "oiga que yo soy de aquí". Tuve que coger el petate y marchar. Menos mal que pude jugar en el Atlético Tetuán y eso me sirvió para que me reclamase el Athletic, que me pagaba 125 pesetas al mes. Querían ficharme allí y el Athletic me dijo que no se me ocurriera. Regresé para jugar la temporada 1940-41. Debuté el mismo día que Zarra, en un partido que empatamos a dos contra el Valencia. Nunca se me olvidará.
Ya formaron entonces una pareja importante, usted centraba y Zarra remataba de cabeza. Se hacían señas hasta en las faltas.
Sí, nos quedábamos después de los entrenamientos a ensayar hasta que el míster nos mandase a la ducha. Zarra se marchaba con la frente sangrando. A mí me daba envidia, porque siempre quise ser delantero centro. Me gustaba hacer goles. Así que cuando me fui del Athletic, tras trece temporadas, me comprometí con el Barakaldo con la condición de que jugaría de nueve. Pero a los pocos partidos me llamó la Real Sociedad y me convenció para fichar. ¡Otra vez a la banda! Estuve dos años allí y en el primero marqué siete tantos.
¿Cuáles eran sus virtudes?
Era rápido y eso me servía para desequilibrar al rival. Sin velocidad, lo tienes difícil en el fútbol. Jamás tuve una lesión por una patada, los únicos problemas que tuve fueron musculares, por esa explosividad que tenía en la salida. Decían que era un poco miedoso, pero de eso nada.
¿Cómo era Venancio?
Un tipo potente. Mírele en la foto. ¡Qué planta tenía! Era un jugador con mucha llegada. Coincidió menos tiempo con nosotros, llegó más tarde.
¿Y el Zarra futbolista?
Tan bueno como la persona. Era un rematador tremendo, creo que de cabeza el más grande de todos los tiempos. Era todo potencia y le pegaba bien con las dos piernas. De un goleador así sólo hace falta mirar las estadísticas. Marcó más de trescientos goles con el Athletic. Luego, era todo bondad, un tipo simple. ¡Qué le voy a decir, tuvimos hasta negocios juntos!
¿Y Panizo, era tan estilista como se dice?
Era un fenómeno con la pelota. Daba gusto verle jugar. A pesar de que yo era mayor que él, pasó a ser el capitán, porque debutó antes. Cuando yo llegué, había disputado una temporada completa. Se quedó nada menos que 17.
Falta el Rey de Copas, Piru Gainza.
Con Piru, que ha sido una leyenda, un futbolista magnífico, un centrador genial, un tipo con carisma, tenía yo una inquietud.
¿Cuál?
La gente se preguntaba a ver quién de los dos era más rápido.
¿Y echaron una carrera?
(Risas) Sí, le gané.
¿Es cierto que cuando iba a recoger los trofeos de Copa, Piru le decía a Franco hasta el año que viene?
No lo sé, je, je, je...
¿Quién tiraba del equipo de todos ustedes, quién era el líder en el vestuario?
Nadie en particular, lo importante era lo del césped.
Dice que ve todo tipo de fútbol, pero a que no encuentra partidos como el 6-6 contra el Atlético de Ben Barek, un día en el que usted marcó tres goles.
Es cierto. Mire, echo de menos en el fútbol, y sobre todo en el Athletic, a ese tipo de futbolista que elimina adversario con el regate, verticales, eléctricos... El argentino que jugó el otro día contra el Athletic...
Agüero.
Ese. ¡Vaya pinta tiene!
Rafa Iriondo hizo debutar a Gordillo. No está mal, ¿eh?
Y tanto, era un pedazo de jugador. La pena fue que no pudo jugar la final de Copa que le ganamos al Athletic porque en la primera ronda había actuado con el filial.
Eso, eso, que le fastidió al Athletic una Copa a los penaltis. ¡Menudo disgusto nos dio a los rojiblancos que estábamos en el Manzanares!
Sí, pero también gané una Copa entrenando al Athletic, ¿eh? En el 69 le ganamos 1-0 al Elche con gol de Antón Arieta.
Ha entrenado en dos etapas distintas a Athletic, Real y Betis.
Es así. También conseguí dos ascensos con Espanyol y Zaragoza en los dos únicos años que entrené en Segunda División.
Por cierto, que un nieto suyo, Jon, jugó en las categorías inferiores del Athletic.
Sí, ahora está en el Sondika, pero tengo otro de ocho años de una hija, Gorka, que estoy convencido de que va a jugar en el primer equipo. Juega a toda velocidad y no veas cómo le gusta el fútbol. Ya le he llevado a San Mamés y cómo lo vive. Me recuerda a mí, tiene claro que quiere ser futbolista. Ojalá lo vea.
Así sea.