Primera | Athletic 1 - Atlético 4
Agüero lideró un rodillo
Gran partido del Atlético ante un Athletic muy flojo
Ha nacido una estrella. Mejor dicho, se ha confirmado. Lo intuíamos (no era difícil), pero faltaba lo de ayer. Un partido oficial en un escenario de primer orden y como titular. Allí, en La Catedral, Agüero mostró un repertorio maravilloso de fintas, quiebros, ideas maliciosas, carácter y gol, sobre todo gol. Con las genialidades del pequeño Kun como motor, el Atlético cuajó un encuentro magnífico. Fue un rodillo que aplastó sin titubear al Athletic, en cuyo futuro se atisba un sufrimiento ineludible. Su afición, sabia, lo sabe y despidió al equipo entre pañuelos y pitos.
Tan crudo final se veía venir desde el primer minuto. Con Luccin en todas partes y Mista enlazando con criterio y acierto, desaparecieron los crónicos problemas de circulación del Atlético. El Athletic, que no olía la pelota, embestía como un toro ciego: por cada robo, mil faltas. Su fogosidad duró hasta que, tras dos avisos, Maxi aprovechó un remate pifiado de Agüero para aparecer, astuto y sigiloso como un ninja, en el punto de penalti y marcar. Así es él. Un profesional.
El enigma búlgaro. El gol era justo lo que necesitaba el equipo de Aguirre para enterrar sus dudas. Por primera vez en lo que mi agujereada memoria recuerda, el Atleti asumió su superioridad y dominó un partido como tal, sin titubeos, porque yo lo valgo. En este idílico panorama, el indescifrable Petrov recordó que puede ser un gran extremo y desbordó varias veces. Como le fue bien, se creció y agarró un sensacional zurdazo para hacer el 0-2 y patear también todas las frustraciones acumuladas desde su llegada. Veremos si con este gol le cierra definitivamente la puerta a sus fantasmas.
Tras el descanso, los, a lo sumo, leoncillos representaron un simulacro de arreón de quince minutillos, que sólo generó inquietud a Leo Franco por la tradición de esa camiseta. Ni un remate. En realidad, el actual Athletic son Aduriz y diez más. Dentro del mal tono general, la defensa es un desastre. Agüero abusó de Amorebieta, Prieto y Sarriegi de manera casi sonrojante.
El Kun se inventó los dos últimos tantos visitantes. El tercero, desmarque, recorte a Sarriegi y golazo. Justo después recibió tres faltas innecesarias de los frustrados zagueros rojiblancos. ¿Amedrentado? Ja. Siguió encarando una y otra vez, demostrando que quitarle el balón es una odisea. Así, provocó el penalti con el que Galletti cerró la goleada.
Entre tanto, Maniche debutó con un prometedor despliegue: toca bien, se mueve constantemente y llega sin descanso. Y Javi Martínez hizo incomprensible su suplencia entre tanta oscuridad con un gol de gran clase. Tiene 18 años, como Agüero, y ayer ambos recordaron que el talento no tiene edad ni, en el caso del Kun, límites.