No hubo drama griego, pero casi

El Sevilla comenzaba la defensa del título ante un perfecto desconocido, así que hagamos las correspondientes presentaciones. El Atromitos se encuentra actualmente en la décimo segunda plaza en su competición nacional. En ataque su mayor peligro eran el peruano Merino y el brasileño Luciano (que recordaba, en menores dimensiones, al baloncestista neozelandés Pero Cameron). El Sevilla quería dejar atrás su gafe griego (el Valencia ya había acabado con la desgracia española en esas tierras), y mejor imposible. Lo peor que se podía esperar era el ambiente, que por sí solo, no gana partidos.

Pero ni mucho menos era un infierno el campo griego, con las gradas medio vacías. Los primeros minutos fueron testigos del típico acoso en tromba del equipo local, provocado más por la adrenalina de saber el rival que tenían delante, que por confianza en sus propias posibilidades. Pronto el Sevilla se hizo con el dominio del partido, y pronto se vieron las primeras carencias de un equipo, el griego, que realizó dos regalos antes de los ocho minutos que a punto estuvieron de costarle sendos goles. Tenía toda la pinta de que iba a ser el típico partido que acaba en goleada y que los vencedores califican de encuentro duro para ser diplomáticos.

Y las apariencias comenzaron a tomar forma con el primero del Sevilla, que llegó tras un cabezazo de Kepa a pase de Duda (por fin su zurda puede volver a brillar), con grandes facilidades por parte de la defensa local, por supuesto. La primera parte transcurrió sin mayores sobresaltos. Los lanzamientos a balón parado de Duda eran suficientes para que los griegos tuvieran el miedo metido en el cuerpo constantemente.

Eso y poco más, por que los griegos enseguida tomaron por buena la táctica de aguardar a su rival, ya que no le sorprendían en ataque. Antes del descanso, con un rival harto de jugar tras el balón, Duda hizo el segundo, y tan fácil era la cosa, que lo hizo con la derecha.

Los griegos empatan y aparece Palop

En la segunda parte el Sevilla se limitó a controlar el encuentro, había que guardarse algo para cuando llegara lo serio, pero a punto estuvo de costarle caro. Los griegos realizaron el primer disparo a puerta en el minuto 56, parecía poca cosa, pero los de Nervión no mataban el partido, y en el minuto 64 un error de Hinkel en el despeje terminó en el primer tanto griego. El Atromitos (Valiente en griego) hizo honor a su nombre y se lanzó al ataque.

Con los hombres entrenados por Georgios Paraschos metidos en el encuentro al Sevilla le entraron los nervios. Y los griegos mordían, tanto que una entrada de Doe a Hinkel le costó una benevolente amarilla. El partido estaba donde menos lo quería Juande, es decir un tanto descontrolado. El gol podía llegar en cualquier portería, y fueron los locales quienes estuvieron a punto de lograr el empate, a través de un tiro de Koutsospiros que despejó con una gran parada Palop.

Y fue el guardameta valenciano, con la dosis de fortuna que acompaña a todo gran portero, quien se erigió en figura de su equipo en el final del encuentro, desviando un tiro de Sanokho desde dentro del área, y viendo cómo el posterior lanzamiento de Doe se marchaba fuera cuando lo tenía todo de cara para marcar. La victoria estaba en el bolsillo, y con ella la prácticamente la clasificación.