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La ventaja de ser un club distinto

Decía ayer Sarriegi que está alucinado con la organización que existe en el Athletic. Habló en esos términos por no decir que el Alavés es un caos y que Piterman paga sólo cuando quiere. La llamada del club rojiblanco a un jugador modesto en el ecuador de su carrera es algo así como una especie de premio gordo al trabajo. No hay más que ver el cómo le brillan los ojos, lo bien que está. En menor medida, le sucede también a Gabilondo, quien ha hecho carrera en el club que ama, pero se ha visto desplazado por esa especie de obsesión que existe en Donostia con lo de fuera. Rosato, Fabio Felicio... Al de Añorga se le ha presentado una oportunidad de reivindicarse y en su propia tierra. Lo que no contaba es con el debut ante sus ex compañeros.

Ahora que está de actualidad la posibilidad de un cambio de plaza en el futuro dentro de la Liga Profesional, donde los Piterman y compañía podrán jugar con sus equipos como si fuera el Monopoly, qué bien está el Athletic como sociedad deportiva, en poder de los socios. La entidad rojiblanca, con sus problemas para dar el nivel deportivo y sus líos, puede perder la estabilidad de manera puntual, pero la recobra enseguida. El cambio de Clemente por Sarriugarte ha supuesto que la tranquilidad, la alegría y la unión se hayan recobrado. No hay división, no existen futbolistas chivatos a los que cortar la cabeza. Mientras el nuevo seleccionador de Serbia justifica su marcha desde la ignorancia diciendo que el club compra a periodistas, en Tignes sólo existe paz.