El arbitraje de Luis Medina Cantalejo en el Italia-Australia del martes ha provocado una conmoción en todos los estamentos futbolísticos. La actuación del colegiado español, justo un día después de la lamentable actuación del ruso Ivanov en el Portugal-Holanda, en el que batió el récord de tarjetas en un encuentro de la Copa del Mundo (16 amarillas y 4 rojas), ha sido la gota que ha colmado el vaso de la paciencia, empezando por la Franz Beckenbauer. En calidad de presidente del Comité Organizador del Mundial 2006, el Káiser fue tajante: "Los árbitros no están haciendo bien su trabajo y no tienen todo lo que sucede en los partidos bajo su control". A casa. Mientras, la FIFA decidirá hoy cuáles son los árbitros que se vuelven para casa, y nadie duda de que ni Medina ni Ivanov pasarán el corte, igual que el inglés Graham Poll, que necesitó sacarle tres amarillas al croata Simunicpara expulsarle. Para terminar, y pese a que en esta Copa del Mundo se están batiendo todos los récords de tarjetas amarillas y expulsiones, la FIFA desestimó ayer la posibilidad de que los partidos sean arbitrados por dos colegiados, así como el uso de las nuevas tecnologías para ayudar a los trencillas.
revista de prensa
Die Welt. "Italia tuvo suerte al lograr el pase y más aún porque lo conquistó con un penalti regalado. Se podría pensar que el escándalo arbitral en Italia ha llegado hasta el colegiado sevillano".
El Comercio. "Los malos arbitrajes generan polémica en la cita mundialista. Una falta más que dudosa en el último segundo clasificó a Italia de penalti para cuartos de final".
Clarín. "Italia pasó de regalo. El árbitro español se inventó un penalti y le dio el pase a una selección que había jugado 90 minutos de fútbol mezquino".
El Mercurio. "La Justicia ayuda a Italia. La liga italiana podría derrumbarse por la corrupción arbitral, pero ayer un colegiado español echó una mano a los tanos para que llegaran a cuartos de final".
Líder. "¿Penalti? Una polémica decisión de Medina Cantalejo mete a Italia en cuartos. Grosso intentó desde el suelo incomodar la visión del árbitro y el español no se lo pensó dos veces, decretando una pena máxima inexistente".
