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Mundial 2006, Grupo C, 3ª Jornada | Costa de Marfil 3 - Serbia y Montenegro 2

Dulce despedida

Ambos equipos se despiden del Mundial en el mismo encuentro, aunque dejando un sabor de boca bien diferente, los marfileños de haber podido hacer algo más, mientras que los serbios han decepcionado de principio a fin.

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<b>JUSTA RECOMPENSA.</b> Bonaventura Kalou celebra el gol que supone la primera victoria de su selección en una cita mundialista.
JUSTA RECOMPENSA. Bonaventura Kalou celebra el gol que supone la primera victoria de su selección en una cita mundialista.Reuters

La tercera jornada del grupo C nos deparaba un partido de esos que nadie quiere jugar cuando comienza el Mundial. Uno de esos en los que las piernas pesan como pocas veces lo hacen, como si estuvieran ancladas al suelo, seguramente debido más a la desazón de quiénes conocen la intrascendencia del encuentro que van a disputar, que por la falta de motivación por lograr una victoria que sería, dentro de lo malo, la mejor despedida del Mundial.

En su último encuentro internacional como tal, Serbia (y Montenegro) era quién debía sentirse más obligado a dejar una grata impresión, más aún tras su brillante clasificación (dejando atrás a los que a la postre, son uno de los favoritos a ganar la competición), y de haber dejado una pésima impresión en los campos germanos. Mientras, Costa de Marfil había demostrado el fútbol que llevan dentro en el choque ante Holanda, aunque terminaran perdiendo, algo es algo.

Ambos equipos demostraron durante los primeros instantes de juego, que efectivamente saltaban al campo con la voluntad de hacer algo digno de recordar en su paso por Alemania. El inicio resultó más trepidante de lo esperado. Ambos equipos se lanzaban al ataque. En realidad, poco más podían hacer si querían pisar sus países con la cabeza alta. Y quiénes más prisa tenían por anotar el que sería su primer gol en el torneo eran los europeos. El dudoso honor corrió a cargo de Nikola Zigic, tras recibir un preciso pase de Dejan Stankovic y regatear al guardameta marfileño. Por fin los balcánicos tenían algo que celebrar.

De momento el fracaso era para los africanos. Partían como la gran esperanza africana, y todo indicaba que abandonarían el Mundial por la puerta de atrás, y recordado como aquel equipo que estaba destinado a sorprendernos, consiguiendo simplemente azorarnos discretamente. Diez minutos después del primer tanto llegó un segundo, digno de patio de colegio. La defensa marfileña, de recreo en esos instantes, regaló incomprensiblemente el tanto al ex celtiña Sasa Illic.

Los "Elefantes" no podían hacerlo peor. A partir de ese momento comenzó un acoso y derribo contra la portería defendida por Jevric. Claro que ni eso les salía bien, hasta que la defensa serbia se apiadó de su rival. Sólo de ese modo se comprende la acción de Milan Dudic, que se transformó por un instante en el mítico Lev Yashin, e intentando ahorrarle trabajo a su guardameta, despejó claramente con el brazo un balón colgado al área. La pena máxima fue transformada por Aruna Dindane. Al menos el encuentro no carecía de goles. Antes del descanso la rigurosa expulsión de Albert Nadj (que había salido en sustitución de Krstajic) animó a los marfileños, aunque el tiempo se agotaba y no hubo para más.

Remontada casi al final

El guión por el que debía transcurrir el segundo tiempo estaba claro. Las circunstancias mandaban, y Costa de Marfil se adueñó del balón, con el permiso del rival, que se acomodó en su campo (en una versión de su juego que nos resultaba más familiar) y esperó alguna oportunidad de salir a la contra.

El monólogo africano se acentuaba con el paso de los minutos, y las ocasiones comenzaban a sucederse una tras otra, principalmente en tiros lejanos. Mediante esta suerte Blaisse Kouassi estrelló un balón contra el larguero. Parecía sólo cuestión de tiempo. Y no hizo falta esperar mucho. El empate llegó de la forma menos esperada, de cabeza, el punto fuerte de los serbios. El autor fue Aruna Dindade, había conseguido dos goles y, lo más importante, había insuflado en los suyos, la esperanza de la victoria. Tampoco es que el juego marfileño deslumbrara, ante un equipo con diez resultaba más bien prosaico, pero era muy superior a su rival.

Hacia los minutos finales el ataque marfileño era total. Se encontraban en una situación que les era conocida. Habían experimentado la misma necesidad de alcanzar el gol en su encuentro ante Holanda, aunque ahora buscaban un merecido triunfo. Serbia por su parte ya ni siquiera intentaba un tímido escarceo ofensivo. Al final fueron los marfileños quienes se llevaron el gato al agua gracias a un penalti cometido de nuevo por Dudic, y de nuevo con la mano. Bonaventura Kalou se encargó de dar la primera victoria en un Mundial a su país.

Todavía hubo tiempo para una expulsión más. Cyril Domoraud se iba a los vestuarios antes de tiempo, aunque Costa de Marfil ya había conseguido su objetivo de despedirse de Alemania con victoria.