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Mundial 2006 | México 3 - Irán 1

México da un paso de gigante

La selección mexicana ha puesto prácticamente un pie en la siguiente ronda del Mundial con su victoria ante Irán (3-1), aunque la lesión de Jared Borguetti ha ensombrecido la victoria.

Actualizado a
El delantero del Guadalajara mexicano, Omar Bravo, se erijió en figura del partido gracias a sus dos goles.
El delantero del Guadalajara mexicano, Omar Bravo, se erijió en figura del partido gracias a sus dos goles.REUTERS

Comenzó la competición en el grupo D, con un choque entre las dos selecciones que, en teoría, debían pelearse por la segunda plaza, y de las que nunca sabe uno que puede esperar. Y fueron los mexicanos los que hicieron más méritos para llevarse un partido que, seguramente, ha supuesto el principio del fin de la aventura iraní en la competición (mucho tendrían que mejorar), y del mismo modo, aclara el camino de los mexicanos, salvo sorpresa.

En los primeros compases parecía que eran los iraníes lo que tenían más claro que es lo que tenían que hacer en el terreno de juego, mientras que el juego de los mexicanos se diluía en constantes perdidas de balón.

Pronto Irán mostró sus armas, y apoyándose en la velocidad de sus delanteros, dio un serio aviso de sus intenciones, con un remate de cabeza de Hashemian, al que respondió el guardameta Oswaldo Sánchez con una espléndida intervención. México parecía sorprendida por la intensidad con que había comenzado el encuentro la selección asiática, y la pareja Pardo-Torrado en el centro, intentaban que el balón circulara con criterio, aunque con escaso éxito.

El partido era intenso y con ritmo, pero la falta de acierto y el nerviosismo hizo que ambos equipos comenzarán lo que parecía un concurso de pérdidas de balón, y las mejores ocasiones, en realidad las únicas, llegaban a balón parado. Y en una jugada de estrategia, donde la defensa iraní se mostró muy ingenua, el delantero del Villareal, Omar Bravo, remató a la red un balón centrado por Pardo. Corría el minuto 28 de partido y a partir de ese momento el balón perteneció a Irán, aunque lo manejaba con más corazón que cabeza. Pero ya se sabe, en el fútbol el corazón es uno de los factores que más cuenta, y a la salida de un corner, que la defensa mexicana no acertó a despejar, el central Golmohammadi, se encontró con un regalo en forma de esférico que no dudó en remachar a la red. El empate hacía justicia, aunque la consecuencia fue que se volvió a las precauciones del inicio del encuentro.

México busca más control

Tras el descanso, el seleccionador mexicano, Ricardo La Volpe, dio entrada a Luis Pérez y Zinha, y cambió el esquema de su equipo, pasando a jugar con defensa de cuatro, aunque sacrificó la presencia de un delantero como Guillermo Franco con la intención de obtener un mayor dominio del esférico en el centro del campo. Lo que no esperaba Volpe, era la lesión de Borguetti, a los cuatro minutos de la reanudación, que fue sustituido por Francisco Fonseca. México se quedaba sin su mejor goleador y sin cambios. A pesar de todo, el plan establecido en el vestuario seguía su curso, y el balón pertenecía a los centroamericanos, que tenían como principal arma ofensiva la movilidad de Omar Bravo, aunque el balón se desplazaba lentamente y el medio del campo carecía de ideas.

Irán permanecía replegada atrás, intentando asegurar el empate y esperando un error de su rival que les permitiera llegar en alguna contra. La apatía de Irán comenzaba a dormir el partido, y tampoco es que México mereciera mucho más, ya que apenas había tenido oportunidades. Y cuando todo parecía que el partido estaba condenado a terminar en un triste empate, y caer en el olvido a partir del pitido final, el fútbol demostró que en ocasiones es justo, y premió con un segundo gol al que ha sido el mejor jugador del encuentro, Omar Bravo. Con ventaja en el marcador México sólo tenía que asegurar el resultado, que prácticamente le garantizaba el pase a octavos (sólo tiene que ganar a Angola), pero en lugar de eso se fue al ataque y unos minutos después, Zinha, tras una gran jugada del equipo mexicano remató de cabeza un buen centro desde la banda que suponía la sentencia del encuentro. La valentía mexicana obtenía su justo premio.

Quedaban diez minutos y a Irán le entraron las lógicas prisas, pero como al final de la primera parte, los ataques eran desorganizados y con más coraje que cabeza, por lo que los mexicanos se limitaron a disfrutar de su victoria, y de paso dedicarsela a su portero, Oswaldo Sánchez, que sufrió la muerte de su padre recientemente.