Mundial 2006 | España, del 23 al 1
Marcos Senna, una historia de superación
Fue padre por primera vez a los 18 años. El suyo murió cuando comenzaba su carrera. Y ha sufrido cuatro lesiones gravísimas, dos de ellas en el Villarreal. Pero este todoterreno del fútbol ha podido con todo y, ahora, a los 29 años, jugará su primer Mundial.
Don Pedro debe estar muy orgulloso allá arriba. Marcos, el chico de los recados de su empresa de contabilidad en Jardín Rincón (Sao Paulo) va a jugar un Mundial con España. ¡Con España! Quién se lo iba a decir. "De los 12 a los 15 años jugué en el Sao Paulo, pero luego me puse a trabajar, porque mi familia necesitaba el dinero". Y Marcos, entonces, dejó la hierba por el asfalto, pero no abandonó su sueño.
Porque la vida de Marcos Antonio Senna Da Silva (Sao Paulo, 1976) ha desembocado en la consecución de un sueño, pero se ha dejado por el camino una historia de superación dentro y fuera del campo. Sobre la hierba, porque este mediocentro potente y técnico se ha roto cuatro veces la rodilla, dos de ellas en Villarreal. Fueron dos lesiones graves de ligamentos y, cuando llevaba un mes recuperado de la última, y empezaba a jugar de titular con Pellegrini, tuvo que volver a levantarse de otro golpe, aunque éste en forma de sanción.
El positivo.
El 21 de octubre de 2004 la UEFA le inhabilitaba por dar positivo en el control antidoping posterior a la final de la Copa Intertoto frente al Atlético. Fue un positivo controlado, por encontrarle una sustancia en su organismo cuyo uso no está prohibido, pero sí limitado a determinados tratamientos de algunas lesiones. Nadie en Villarreal ha explicado todavía lo que pasó, pero Marcos sólo sabe que él nunca ha necesitado tomar nada para correr más, o para pegarle más fuerte a la pelota. Y lo sabe porque su historia de superación no empezó en el terreno de juego, sino en su propia vida.
Con 16 años, Marcos se enamora de Fernanda, una brasileña "muy guapa" -cuatro años menor que él- de su humilde barrio, Jardín Rincón. Ahí la vida le da a Senna la primera bofetada racista: la familia de Fernanda le rechaza por el color de su piel, "porque no les gustaba que yo fuera negrito". Pero ellos, jóvenes y enamorados, siguen viéndose de manera furtiva. En casa decían que se iban a dar una vuelta en bicicleta, pero terminaban viéndose a escondidas en un lugar alejado de las presiones de sus familias. Dos años más tarde, Fernanda se queda embarazada, con 14 años. Marcos tiene entonces 18 y sigue obnubilado con ella, pero los padres de su chica les prohíben volver a verse y ese niño, Vítor, nace sin su padre cerca. Marcos se ve obligado a dejar de ver a Fernanda y es entonces cuando conoce a Elisangela, su actual esposa, la persona que le ha dado estabilidad, la que le acompaña en sus viajes, "con la que quiero hacerme viejito a su lado". Desde entonces Marcos no se ha separado de ella y, desde que están juntos, las cosas no han dejado de irles bien. "Yo soy una persona tranquila, no me gusta salir. Prefiero quedarme en casa con mi mujer, o salir por ahí a cenar, o al cine, pero con ella". Para cualquiera que esté cerca del mundo del que se rodean los futbolistas de élite es fácil saber que, en esto también, Senna es un caso no demasiado común.
Lo ocurrido viene a cuento, porque su vida es una historia de superación. Pese a ponerse a trabajar y dejar el Sao Paulo, él siguió jugando en ¡cuatro equipos de su barrio! Jugaba mañana y tarde, sábados y domingos. "A veces no me daba tiempo a comer, iba de un campo a otro", recuerda con cariño. Pero, claro, a Marcos le gustaba mucho jugar al fútbol. Tuvo que ponerse a trabajar porque en su casa necesitaban el dinero para comer, pero alguien le dijo que tenía que seguir por el camino de la pelota, porque tenía cualidades para jugar en un gran equipo. Y entonces Marcos sí probó suerte en algunas otras escuadras de más nombre, lo que le permitió que los ojeadores de los grandes clubes de Brasil se fijaran en él.
Casi toda su carrera la ha vivido sin Antonio, su padre, un camionero humilde que se marchó para siempre cuando él apenas había alcanzado la mayoría de edad. Pero Marcos siguió peleando. Y su juego, todo el mundo lo sabía, le haría llegar a Primera División. Y lo hizo: incluso llegó a jugar en el Corinthians, y también en Sao Caetano, desde donde dio el salto a Europa.
Y ese salto también tuvo su gracia, porque el Villarreal no iba a buscarle a él, sino a un compañero. "Somalia, le llamábamos nosotros", recuerda Marcos, un delantero muy hábil. José Manuel Llaneza fue a ver un partido de la Libertadores: América de México contra Sao Caetano. Quería traerse a aquel delantero brasileño, y vio el partido con Juan Figer, el gurú del fútbol brasileño. Y cuando descubrió a Marcos Senna, no quiso hablar del otro al que había ido a ver. Se lo trajo por cinco años y su juego le ha dado la razón.
En Villarreal Marcos vive tranquilo. Como la mayoría de jugadores del club, se ha comprado una villa-chalet en la localidad de Benicassim, a unos 10 kilómetros de Vila-Real, cerquita de la paya. Allí viven tranquilos, alejados de la escasa presión que genera un equipo que representa a una ciudad de menos de 50.000 habitantes. También les ha comprado casa a su madre en Sao Paulo, y a sus suegros. Y hasta puede tener un pisito en la playa, también en su país. El fútbol lo permite. Han pasado muchos abriles ya desde los malos ratos de la juventud. Hoy, tiempo después, la vida le vuelve a sonreír. Un buen jugador pero, sobre todo, un excelente ser humano. La temporada que viene termina contrato en Villarreal, y clubes tan importantes como Real Madrid o Arsenal le tienen en su agenda.
Quiere un título.
De momento, él ya ha recuperado el contacto con Fernanda, ve a su hijo Vítor, que hoy tiene 10 años, y habla con él desde España. El destino le hizo afrontar una paternidad con 18 años, la muerte de su padre, 4 lesiones gravísimas, una sanción por dopajey no ha dejado de sonreír. En realidad, su mayor cualidad es su paciencia, traducida en tesón. Dijo que le gustaría jugar con Espa lo consiguió. Dijo que quería ser titular con Luis; ya lo ha hecho. Un día explicó que el Villarreal podía ganar la Champions, y le tacharon de loco. Hace poco avanzó que el próximo objetivo es ganar un título, y seguro que lo conseguirá. Tiene 29 años y muchas cicatrices, en las rodillas y en el corazón. Pero más ganas que nunca de seguir adelante, de pelear, de ser feliz y de darle alegrías a su familia y a sus hijos, porque el segundo ya viene en camino. Si su padre Antonio hubiera imaginado cómo le iría la vida, no podría ni haber soñado que fuera así. Porque el éxito, para conseguirlo, hay que merecerlo. Y el chico de los recados del señor Pedro se lo gana cada día desde hace mucho tiempo.