Campeón de Champions

Primera | Sevilla 3 - Barcelona 2

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morenatti

El Sevilla se jugará el cuarto puesto ante el Madrid.

El Sevilla vive un momento dulce. Una máquina ambiciosa que sólo sabe ganar. Desde hace tiempo, este equipo viene demostrando en cada encuentro grados de ambición suficientes para soñar con todo. Al grupo no le basta con ser campeón de la UEFA. Quiere más: la Champions. "Somos grandes", rezaba la pancarta que los Biris exhibieron. Y no les falta razón a los hinchas. El Sevilla ha entendido que tiene capacidad para no renunciar a nada y anoche volvió a ofrecer una lección magistral.

Ni la hazaña histórica, ni la euforia desatada, ni el cansancio de la eterna fiesta invitaron a los de Juande a disfrutar de lo conseguido y mirar hacia otro lado. El técnico refrescó el once y el rendimiento no varió un ápice. La plantilla, en su integridad, está enchufada al proyecto.

El Barcelona no se jugaba nada en el duelo, pero puso el ímpetu suficiente para darle emoción. El único interés era conocer si el Sevilla podía dar otro paso más adelante y disputarse la Champions ante el Madrid en el último partido liguero. Lo consiguió en un enfrentamiento vibrante, con chispa y emoción. Los acontecimientos cayeron en cascada. Ezquerro marcó el ritmo del inicio, avisando que el asunto no sería un paseíto para los locales. Maxi amagó, pero se estrelló contra Palop. El Barça parecía tomar la iniciativa, hasta que apareció Alves. El brasileño lanzó un latigazo lejano que se coló por la escuadra. Nervión se venía abajo. Instantes después, Ocio convertía un penalti hecho sobre Puerta. El Sánchez Pizjuán entraba en estado de éxtasis. Y fue entonces cuando los sevillistas cayeron en momentos de despistes que le costaron el empate. Ezquerro recogía el fruto del buen trabajo y Sylvinho convertía un centro envenenado en gol. Ni el empate frenó las ganas de los sevillistas. Juande sacó a Martí para controlar más el centro y renovó las bandas con Navas y Adriano.

El equipo comenzó de nuevo. Alves se mataba para subir balones, Kepa y Kanouté lo intentaban todo y los extremos otorgaban una quinta velocidad al ataque. Teixeira anuló un tanto a Kepa y el Barça seguía dando guerra (con profesionalidad) con Iniesta y Xavi en la creación. El empuje del Sevilla tuvo su recompensa. Kepa cazó un balón por arriba y se embolsó la victoria. El sueño de la Champions sigue vivo, con permiso de Osasuna. Con esta ambición, todo es posible.