Primera | R. Madrid 3 - Villarreal 3
El Villarreal torpedea el homenaje a Zidane
Cita histórica para el madridismo. Se marchaba uno de los grandes, con un estadio engalanado, todo ello secundado por un gran partido en el que el Madrid consiguió un dulce empate que le permite pensar en la segunda plaza.
7 de mayo del 2006. Una fecha que quedará grabada en la memoria de todos los madridistas. Ese día, los aficionados del Santiago Bernabéu disfrutaron por última vez del juego y las exquisiteces que brotan de las botas de Zidane, el gran Zidane. Después de cinco años magistrales, el futbolista francés se despedía del coliseo blanco en medio de una atronadora ovación que hace tiempo que no se veía por estos lares.
Porque no nos engañemos. El partido frente al Villarreal era algo más que un simple encuentro, algo más que tres puntos y algo más que un segundo puesto. Uno de los jugadores más brillantes de la historia decía adiós a un estadio al que tantas tardes de gloria ha regalado. El público, eternamente agradecido, con los pelos de punta, recibía al francés componiendo una bella estela que teñía de blanco todo el Bernabéu. No era para menos. El '5' blanco ya reclama un sustituto, que con que proporcione tan sólo un mero esbozo de lo que ha hecho el galo podríamos darnos por contentos. Por todo ello, merci et à bientôt monsieur Zidane.
Al margen del homenaje a Zizou, la cita frente al conjunto castellonense se presentaba decisiva. El Madrid se jugaba el ser o no ser en esta Liga -¡qué remedio!-, lo que equivale a la consecución de la segunda plaza. El equipo blanco salió enchufado al partido. Velocidad y fluidez en el juego presidieron la primera media hora. Se sabe sufrir, pero, no lo olvidemos, también hay una gran dosis de calidad.
En el minuto 8, Raúl dio el primer susto al Villarreal aprovechándose de un error de Quique Álvarez, pero el capitán no acertó a batir a un nervioso Barbosa. Poco después, el central amarillo se empeñó en reforzar su tarjeta de despropósitos con un despeje que se estrelló en el poste de su propia portería. Acto seguido, Zidane volvió a poner a prueba a Barbosa con un duro lanzamiento de falta que repelió el meta uruguayo.
El equipo funcionaba. Escaso protagonismo defensivo de los blancos y un Villarreal entregado a la causa Zizou. Hasta ahí, todo estupendo. En el 22, el Madrid trenzaba una excelente jugada que terminaría con un gran gol de Baptista. Tres toques, tan simple como eso. Robinho cuelga, Raúl la deja muerta y 'La Bestia' la empala; perfecto. El objetivo, la segunda plaza, estaba cada vez más cerca. Raúl, muy activo en esta primera mitad, pudo ampliar la renta si no hubiese fallado en el mano a mano con Barbosa. Una lástima.
Desde ese momento, el partido cambió completamente de guión. La línea de tres cuartos del Madrid se borró del mapa y la retaguardia comenzó cobrar protagonismo; mal presagio. El Villarreal, que hasta entonces no se había aproximado al área de Casillas, obtuvo una inmerecida recompensa con un autogol de Mejía tras una doble carambola. Lo qué son las cosas. El Barcelona noquea al Espanyol con un doble rebote, que en terreno madridista se transforma en un arma arrojadiza. La potra del campeón, o al menos, eso se dice.
Inmediatamente después, Guille Franco no supo aprovechar el estado de shock de la zaga blanca y perdonó el segundo para su equipo. En el 38, Forlán, menos piadoso que su compañero, asestó un durísimo golpe a los de López Caro con un soberbio tiro cruzado que significaba el 1-2. Cinco minutos después, el uruguayo pudo sentenciar el partido, pero su disparo se topó con el poste derecho de Casillas. Menos mal. Teixeira Vitienes pitó el final del primer tiempo e interrumpió la hemorragia del conjunto blanco.
Momento 'Z'
Tras la reanudación, López Caro apostó por un equipo más ofensivo y dio entrada a Guti y a Cicinho en lugar de Salgado y Pablo García. Lo notó el equipo, que desde ese instante gozó de un extenso carrusel de oportunidades para lograr el empate. Beckham rozó el gol en un genial lanzamiento de falta, y más tarde, en el 14, Robinho estrelló el esférico en el poste. El brasileño mostró una vez más su mejor versión y fue uno de los más destacados del equipo.
Sin embargo, quien no fallaría sería el maestro, el gran creador, Zizou. El '5' quería una despedida a lo grande, digna de un crack de su talla. Y en estos casos, cuando un pensamiento recorre la mente del francés, este no falla. Zidane recurrió a su testa franciscana para desatar el delirio en el estadio. Se hacía justicia.
El tanto espoleó al Madrid, aunque el Villarreal no perdió en ningún momento la cara al partido. Mejía pudo lograr el gol tras una buena jugada de Baptista -¡qué fuerza la del brasileño!-, a lo que respondieron los castellonenses con un gran lanzamiento de falta de Riquelme que peinó la parte superior de la red de Casillas.
La ocasión del argentino precedería al tercer gol del Villarreal. Una buena contra en la que Javi Venta, a sangre fría, forzó un más que dudoso penalti de Sergio Ramos. El central, en su afán por protegerse del impacto, tocó el balón con los brazos pegados al cuerpo. No lo interpretó así Teixeira Vitienes, que le expulsó. Forlán -Riquelme todavía sueña con el penalti frente al Arsenal- convirtió la pena máxima con firmeza. 2-3.
Pero este equipo tiene casta. Ya lo demostró en Pamplona y Santander. Y en eso, Baptista es un coloso. El brasileño, el mejor en esta recta final de temporada, conseguía un valiosísimo empate a falta de tres minutos y rendía su particular homenaje a Zidane. El tanto ponía el borche de oro a un gran encuentro. Un partido que será recordado por el adiós de Zidane al Bernabéu. El tiempo pareció detenerse durante unos instantes cuando fue sustituido. "La vida es un sueño. Gracias por hacerlo realidad", rezaba una de las pancartas de tribuna adornada por una fotografía de Zinedine. Lo dicho.