Nada nuevo bajo el sol mundialista
La polémica ha acompañado a casi todos los seleccionadores en casi todas las fase finales de la Copa del Mundo por sus decisiones a la hora de confeccionar los equipos. Es algo que lleva implícito ese cargo porque, como dice el viejo refranero español, de "fútbol y medicina todo el mundo opina". Por eso las controversias que ahora preocupan a los Luis, Parreira, Klinsmann, Lippi, Eriksson o Pekerman son parecidas a las vividas por sus antecesores en circunstancias parecidas.
En 1966 Inglaterra conquistó su primera y única Copa del Mundo y Alf Ramsey, su seleccionador, pasó a la historia y a ser considerado Sir, pero antes pasó malos momentos. En la larga preparación del Mundial se enfrentó a Bobby Moore, capitán de los pross, y tuvo siempre bajo sospecha a Jimmy Greeves, aún máximo goleador de la historia de la Liga inglesa (hizo 357 goles en 516 partidos). Con el primero arregló sus diferencias pero al segundo se lo limpió de la alineación tras la primera fase del torneo para darle el puesto a Geoff Hurst. La jugada le salió bien porque éste respondió con cuatro goles, tres de ellos en la final.
Cuatro años después, Brasil consiguió el tricampeonato. Pero antes, la verde-amarelha pasó por la convulsión de tener que prescindir de su seleccionador Joao Saldanha cuando se supo que meditaba no contar con Pelé y eso eran palabras mayores. Se puso a Zagallo y caso resuelto. Además, éste encontró un hueco para Rivelino. Estos son solo dos ejemplos. Pero hay otros. Italia, santuario del tacticismo, siempre tiene problemas para hacer cohabitar a sus fantasistas, desde Mazzola-Rivera en el 70 a Roberto Baggio o Del Piero después.