Epílogo sin gracia

Primera | Zaragoza - Cádiz

Epílogo sin gracia

Epílogo sin gracia

alfonso reyes

El Cádiz inaugura una sosa recta final de Liga, sin emociones y sin Cani.

No está Ronaldo, así que hoy veremos a Raúl en el eje del ataque del Madrid, supongo. Malos días para Raúl, al que el tiempo va alcanzando. Es verdad que es joven aún, pero carga con muchos partidos en sus piernas. Hace bastante que superó, en partidos y en goles, los números de ilustres predecesores como Butragueño o Amancio, por hablar de atacantes del Madrid. Partidos de máximo compromiso, en el Madrid o en la Selección, siempre obligado a ganar, siempre como jugador referencia. Nunca escatimó una carrera y desde que llegó Ronaldo tuvo que correr el doble, por el estilo estático del brasileño. De ahí quizá los malestares.

Unos malestares que el propio Raúl lanzó a los cuatro vientos. Cuando dijo que Ronaldo había enfriado con sus quejas el ambiente de la noche europea ante el Arsenal. O como cuando dijo que Florentino debería haber precisado a quiénes exactamente maleducó, queja tras la que no era difícil entender una sacudida de culpas hacia territorios brasileños. Feas palabras en ambos casos. El capitán debe luchar por la paz, y más en días tan complicados como fueron aquellos, y no lo hizo. Algo le pasa a Raúl, y es fácil saber de qué se trata: el tiempo avanza, el cuerpo no es tan rápido, el balón no le obedece tanto...

Y el Mundial está ahí. Raúl, bandera de nuestro fútbol tantos años, se ha encontrado suplente por primera vez en el Madrid a pocos meses de este Mundial. En vano intentó López Caro adelantar su presencia (ya jugó algunos minutos en el partido de ida con el Arsenal, recuerden). Las cosas son como son, y en el Camp Nou no se atrevió a ponerle. Y Raúl está estancado en cinco goles en esta Liga. Pero, como nos ha ocurrido siempre que asistimos al desplome de un grande, aún nos corre un hormigueo cada vez que controla un balón, y nos preguntamos: ¿Será ahora? Así que yo me pregunto, según escribo: ¿Será hoy en Getafe?

En Zaragoza no cabe hoy ni la muy periodística metáfora de la resurrección, porque no hay gran cosa que resucitar, salvo el ánimo, que no puntúa. Al equipo de Víctor le queda para este epílogo de la temporada una fila de seis partidos insulsos, por más que los profesionales y sobre todo el incombustible Muñoz (profesional del profesionalismo) hablen de agotar las posibilidades de la UEFA. La violenta final de Copa ha dejado un inevitable bajón cuya profundidad habrá que medir esta tarde en La Romareda, adonde el Cádiz llega con una fila de lesionados y con Espárrago rehaciendo sobre la marcha el castillo de naipes, que se le derrumba sin remisión.

Su esperanza es aprovechar el sobrevenido nihilismo aragonés y agotar las bazas de una supervivencia que para los gaditanos precisa no uno, sino cinco o seis domingos de resurrección. ¿Hay tantos en el calendario? En el religioso no, desde luego, que los dogmas de fe son los que son. Si fuera por gracia y color, el Cádiz se quedaría siempre en Primera. Le cae simpático a casi todo el mundo, pero lleva una segunda parte de la Liga de irremediable condena. La cabeza fría y el corazón caliente, ha pedido Espárrago para jugar en La Romareda hoy. Es una frase interesante, pero lo que le haría falta son goles y menos lesionados, que los tiene por castigo: Estoyanoff, Raúl López y Bezares, esta misma semana. Antes Benjamín, Medina y el inefable Mirosavljevic, más conocido en la bahía por Mortadelo.

Estadísticas.

El partido no tiene para el Zaragoza mayor gracia que la de devolverle a la gente una mínima parte de lo que la gente le dio al equipo el pasado miércoles en Madrid. Por lo demás este final de Liga no hay por dónde cogerlo, salvo que al equipo le diese un arrebato victorioso de seis semanas sin mácula. Si eso es mucho, al menos debería corregir ya las estadísticas: lleva desde el 5 de febrero sin ganar en casa.

La cruel derrota en la Copa ya ha dejado por sí misma una rara impresión de vacío y orfandad, pero encima al Zaragoza le va a faltar varias semanas Cani. Su campaña por el Mundial constituía acaso el último anhelo colectivo de este año. En su lugar volverá Savio. Más en la izquierda, Aranzábal estará por Toledo. Lo de Savio es magia por magia. Lo de Agustín, seda por martillo.