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Primera | Atlético de Madrid 0 - Celta 3

Adiós injusto a Europa

El Atleti se estrelló contra Lizondo y el muro del Celta.

<b>INCREDULIDAD. </b>Gabi, Perea, Velasco, Kezman y Leo se querían comer a Lizondo tras el penalti. La cosa empeoró cuando lo hizo repetir,

El Calderón fue ayer un improvisado zoo. El Atlético, terco, trabajador, pero sin imaginación fue una mula. El Celta, cobarde y rácano, pero diabólicamente eficaz, una hiena. El árbitro, Lizondo Cortés, fue un mono. Con dos pistolas. Tan extraña reunión acabó con el mono entreteniendo a la poco espabilada mula y la hiena aprovechando para marcharse a casa con el estómago lleno. Moraleja: el Atleti se despide de Europa. Año tras año cambia la fábula pero se repite el final.

A los 44 segundos, Baiano rozó el gol. Partido abierto, soñamos. Pero Fernando Vázquez tenía otros planes. El buen técnico gallego es de esas personas que si les toca la quiniela, ahorran cada euro sin darse un lujo. Algunos lo llamarán humildad. Otros (yo), vulgaridad. Cierto que el Celta es un recién ascendido, pero su plantilla no es la de un humilde. Sin embargo, ayer se comportó como tal. Un catenaccio sonrojante, con Baiano solo arriba y talentos del nivel de Silva o Canobbio malgastados en tareas defensivas. Ganó 0-3 y está en UEFA, perfecto. Pero para los superficiales como yo, el envoltorio también importa.

Sin ideas.

En ese aspecto, el Atleti tampoco es la más guapa del baile. Extinguida la efervescencia de la llegada de Murcia, el equipo es ahora el de Bianchi, pero con ganas. Respondió al repliegue del Celta con convicción, pero sin talento. Torres aparte, los demás se mueven entre lo incompleto y lo defectuoso. Petrov es un tipo de esos que se acerca a la chica, charlan durante horas, la hace reír y... nada. Siempre decide mal el último movimiento. Kezman alborota sin remate. A Luccin se le cruzan los cables a menudo. Y esos son los buenos. Luego está Galletti, al que aún no tengo claro si han explicado que los suyos son los de rojo y blanco.

A base de percutir, el Atlético fue rascando sus oportunidades. Pero entre sus propias limitaciones y Pinto las dejaron en nada. Hasta que el Celta arrancó un saque de esquina, que con el Atlético deberían denominarse penaltis-córner como en el hockey. Nadie defendió a Lequi, ya que sólo mide 1,90, y gol.

No era justo, pero lo realmente injusto es padecer a los actuales árbitros. Como el Celta no hizo una falta hasta el minuto 27 y veía que no salía en la tele, Lizondo se inventó un penalti cuando Iriney le dio una patada al aire y se cayó solito. Leo se lo paró a Baiano y el Atleti volvió a creer. Pero el árbitro se veía guapo y quería más planos. Así que mandó repetir porque varios jugadores, la mitad del Celta, habían entrado mínimamente en el área. Un recochineo. Un día un futbolista, seguramente Kezman, va a perder los nervios y le sancionarán de por vida. Mientras, ellos, como Ángeles del Infierno cañís, campan a sus anchas sembrando el terror sin castigo. Y cobran por ello. Es un mundo extraño.