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Primera | Cádiz 1 - Atlético 1

Lobos se comió al Atleti

Marcó Kezman y el Cádiz empató de penalti injusto

<b>QUEJAS JUSTIFICADAS. </b>Leo, Galletti, Pablo e Ibagaza se comían a Pérez Lasa tras pitar éste un penalti fuera del área y en fuera de juego.

En el fútbol se habla mucho, demasiado, de ese gran talento que viene y que rara vez llega. Por eso nos fabricamos un escudo de incredulidad para no disgustarnos con tantas promesas que no valen nada. Tan escépticos nos volvemos que aún hoy se sigue discutiendo a Torres. Pero a veces se produce una explosión tan evidente que manda nuestros prejuicios a hacer gárgaras mientras se nos cae la baba. Sucedió con Messi en el Bernabéu. Ayer, (a menor escala, lo sé) lo hizo Lucas Lobos en un Carranza que siempre fue tierra de genios.

Ganaba el Atlético sin grandes alardes, confiado en su evidente superioridad. Le bastaban las arrancadas imparables de Torres, que parecía Carl Lewis esprintando con niños, para sembrar el caos en la defensa del Cádiz. Kezman, el más listo de la clase, aprovechaba el desconcierto que creaba su compañero para aparecer por sorpresa y en una de esas le vio Ibagaza, con un gran pase en profundidad entre los centrales, que el serbio aprovechó con toda la tranquilidad del mundo.

Con el gol, el Atlético se relajo, convencido de que tras el descanso sentenciaría en cualquier contra. Y el caso es que lo rozó en un tres contra uno en el que Petrov, no me pregunten cómo, se la dio al uno, que por desgracia para él era el del Cádiz. El búlgaro es una tómbola, tom tom tómbola.

Para mayor desgracia rojiblanca, alguien en el Cádiz, probablemente el propio Lobos, se dio cuenta de que seguir pegando al argentino a la banda era un crimen. Así que el chaval, con sus piernecillas de alambre y su cerebro de privilegiado, se fue al centro y se echó el equipo sobre su aparentemente frágil espalda. Y de qué manera.

Horror arbitral. Jugando siempre al límite, porque tiene talento para ello y porque es la única manera de que éste Cádiz cree peligro, Lobos se adueñó del partido y el Atlético se asustó ante tal derroche de medios: un cañito, un regate seco, un disparo, un pase entre líneas... El repertorio completo. Así encontró un hueco inexistente para ceder a Sesma a dos metros del área. Entonces fue cuando Pérez Lasa y su linier decidieron aliarse con Lobos. El desastroso Galletti agarró al extremo amarillo y el árbitro pitó penalti, ignorando que Sesma estaba en fuera de juego y fuera del área. Son muy malos y el Atlético tiene especial mala suerte: una combinación fatídica.

Lobos transformó el penalti y el partido se volvió loco, con dos equipos a los que el punto no les servía para nada peleando como si la vida les fuera en ello. Y puede que les fuera. Lobos seguía a lo suyo, pero solo contra el mundo. Torres corría como en el primer minuto, pero falló un mano a mano. Y el partido murió entre el desenfreno, con un Atleti que no sabía si odiar a Lobos o al árbitro. Mejor a los dos.