Primera | Villarreal 1 - Atlético 1
El Atlético mereció más
Forlán dio primero. Torres: golazo y penalti no pitado
El Atlético superó la prueba. Sacó un empate que a ratos sabe a poco y en otros a gloria, pero que abandonó El Madrigal con la cabeza alta, tras demostrar carácter para enfrentarse a todos los obstáculos que le fueron surgiendo durante el partido. Por su parte, el Villarreal sobrevivió sin Riquelme. A duras penas, pero se mantiene por delante de su rival de ayer y esas pequeñas batallas piscológicas al final deciden guerras.
Bajó un diluvio constante, al Atlético se le torcieron las cosas muy pronto. A los 9 minutos, un centro de José Mari tocó en Pablo y el balón, como un globo, acabó cayendo a los pies de Forlán, que marcó a placer. Del uruguayo nunca más se supo, pero el gol dejó groggy al equipo de Murcia durante media hora en la que Guille Franco y José Mari amagaban continuamente, aunque no pegaban. Característica ésta especialmente habitual y frustrante en el caso del sevillano, buen futbolista con cualidades para ser mucho más, pero que nunca parece ponerlas en orden. Aún así, fue el mejor de su equipo.
Reacción visitante. Al Atlético le despertó Kezman. A su manera. Se pegó con tres, se inventó con Galletti una ocasión de pícaro en una falta rápida que rozó el palo y acabó contagiando su entusiasmo a todo el equipo. No sé si algún día le entrarán las ocasiones, pero mientras sigue siendo un futbolista muy útil. Gracias a su hiperactividad, el Atlético se fue al vestuario sintiendo que estaba muy vivo.
Y tras el descanso salió como una moto. En siete minutos Kezman había rematado tres veces más, provocando una gran parada abajo de Viera. Entonces, con el renovado Ibagaza en uno de sus días sin duende, Luccin cogió el mando. Él sólo se comió al trivote Senna-Tacchinardi-Font y el Villarreal acabó encerrado en su área sin saber cómo parar a aquel francés que robaba, distribuía, regateaba y, finalmente, le metía un gran centro a Torres para que el Niño, fiel a su cita, empatase con un sensacional cabezazo lejano y bombeado. Es su séptimo gol al Villarreal, el octavo de la segunda vuelta y el decimosegundo de la Liga. Los números cantan.
Con el gol, el Atlético se sintió imbatible y se fue a por el partido sin titubear, pero se topó con Undiano. El árbitro no señaló un claro penalti de Peña a Torres y le sacó la segunda amarilla a Kezman por una faltita menor. Quedaban diez minutos y el Atlético, con Marina (segundo de Murcia) como futbolista más fiable del banquillo, vio como la victoria se le iba. Pero no pasó apuros ante un Villarreal del que si he escrito poco es porque apenas se le vio: ni un remate en toda la segunda parte. Mereció más el Atlético, pero el punto les vale a ambos, que siguen con Europa en el horizonte.