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Primera | Atlético 5 - Málaga 0

Manita y sigue la fiesta

El Atlético enlaza seis victorias. El Málaga, espantoso

<b>RACHA HISTÓRICA. </b>Los jugadores rojiblancos celebraron a lo grande la sexta victoria, una racha que no vivía el Atlético desde la 91-92.

El aficionado atlético a menudo vive con miedo. A cada victoria sigue cierto fatalismo: en el próximo, la fastidiamos. Esa ha sido la experiencia de los últimos años y lo volví a apreciar antes del encuentro de ayer. Llegaba el Málaga, colista con tantas razones para serlo que necesitaría varios periódicos para enumerarlas todas, y mi entorno rojiblanco, con el gurú Picu al frente, titubeaba. Diez minutos después de empezar el partido, el Calderón era una fiesta con dos goles de Torres y el sexto triunfo consecutivo en el bolsillo. Los tiempos están cambiando.

Pedro Martín, el hombre máquina, me recuerda que el último 5-0 del Atlético llegó un ya lejano 22 de diciembre del 99, ante el Oviedo, el mismo día comenzó la intervención judicial, dando paso a la etapa más oscura de un club histórico. Como la cábala no está entre mis aficiones, no sé muy bien si la lectura de esta circunstancia es que se acabó la travesía por el desierto y el Atleti vuelve a ser grande o que mañana mismo vuelve Rubí. Apostaría que lo primero.

Sin rival. El partido fue un paseo para los de Pepe Murcia, gracias a que el Málaga se quemó a lo bonzo con una defensa digna de los Nationals, ese sparring que pasean los Harlem Globetrotters por el mundo para que se choquen y se caigan mientras ellos meten canastas fáciles. Un desastre. En el minuto 6, Ribeiro le regaló un balón absurdo a Kezman, que las pelea todas, éste cedió atrás a Maxi, cuya volea fue despejada a duras penas por el desguarnecido Goitia y Torres marcó a placer. En el 10', el serbio luchó otro balón entre tres del Málaga incapaces de despejar, llegó el Niño y fusiló el 2-0. Fin.

A partir de ahí, el Atlético dominó sin abusar. Duda tuvo dos faltas claras para acortar distancias y las estrelló en la barrera. Si falla el portugués, al Málaga sólo le queda la brega estéril de Salva. Demasiado poco. Antes del descanso, Maxi entró en escena dos veces más: primero marcó su gol (el sexto en estos seis victoriosos partidos) y luego provocó un penalti, que Goitia detuvo a Kezman. Las apariciones de La Fiera rara vez son intranscendentes.

La segunda parte fue un trámite. La única preocupación rojiblanca era no perder jugadores para el Bernabéu, por eso Murcia sentó a los apercibidos Petrov y Luccin y al acosado Torres, objeto de muchas más faltas de las razonables por parte de un Málaga desquiciado. Finalmente, Valera se convirtió en el héroe inesperado con dos golazos que recuerdan que hay banquillo y futuro. Para entonces, el Calderón cantaba bajó la lluvia y el Málaga, que sin Tapia no tiene ni idea de a qué juega, se ahogaba bajo el diluvio. Lo dicho, los tiempos están cambiando en el Atlético. ¡Que llegue el derby!