Hierro y el mito de la caverna

Antonio Tapia fue destituido porque el club consideró necesario encontrar un revulsivo. Ya se sabe que unos malos dirigentes se agarran con demasiada facilidad a los tópicos del fútbol. Así nació el Manolo Hierro entrenador. Desde que tomó las riendas del equipo, apenas ha dejado algo de su impronta en el plano deportivo. No demuestra argumentos futbolísticos sólidos. Sus tesis no se reflejan en el juego. Todo es discurso. Sin embargo, por primera vez ha tratado de dar con la única manera que posee para ser el revulsivo que necesita el Málaga. El tirón de orejas del veleño a su vestuario invita a un cierto optimismo. Necesita un punto de inflexión más fuerte si cabe que el de hace un año cuando derrotó al Sevilla tras el despido de Manzano y ahuyentó el caos.

Hierro quiere fijar un antes y un después de este partido. Con la crisis galopante a cuestas, un Atleti en estado de gracia y la cruel estadística recordando que hace más de medio siglo que no ganan en el Calderón, una victoria les resucitaría. La arenga de Hierro ha sido sólo el intento de llevar a sus jugadores hacia la luz, recuperar lo mejor de ellos mismos. Como en El Mito de la Caverna de Platón, los blanquiazules están amordazados en la oscuridad y les da miedo acercarse a la luz. Gerardo alzó la voz contra su técnico. Quizás el sevillano sea autosuficiente y prefiera vivir entre las sombras, pero el resto de la plantilla puede que sí quiera que alguien les pique y les diga la verdad. Más allá de la oscuridad hay un camino que te mantiene en Primera.