Liga de Campeones | Real Madrid 0 - Arsenal 1

Wenger y Henry despiertan viejos fantasmas

Wenger ofreció una lección táctica en el Santiago Bernabéu, que se rindió a la velocidad y clase de Thierry Henry, secundado por un gran Cesc. Casillas, de nuevo el mejor de un equipo desconcertado, evitó una derrota mayor.

<B>GOLAZO.</B> Henry protagonizó la mejor acción de la noche, un golazo que decidió el partido.
Óscar García
De Moratalaz. Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense. Fue uno de los cinco primeros becarios en la historia de AS (1994). Estuvo seis años en PC Fútbol y entre 2002 y 2014 en AS.com. Pasó por TMG, A la Contra, archivo del Mº de Justicia y deportes de La Razón. En 2022 volvió a AS como jefe de sección de AS América.
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¡Qué gran entrenador es Arsene Wenger y qué bueno es Thierry Henry! La teórica superioridad del Real Madrid, de la que tanto se había hablado en los últimos días, quedó anulada con el magnífico planteamiento del técnico francés, que ganó por la mano a López Caro y desactivó la línea de creación del Madrid, que nunca se encontró a gusto. El control del partido correspondió al Arsenal, que se movió siempre con sentido, nunca perdió el orden y supo compensar sus limitaciones haciendo más evidentes las del Madrid.

El encuentro se decidió en el centro del campo y ahí Cesc Fábregas y Gilberto, con la ayuda de Ljunberg por el centro y Hleb y Reyes por las bandas, anularon a Guti y Zidane, que tuvieron muy poca presencia en labores creativas. El audaz planteamiento de Wenger obligó a que esa responsabilidad descansara en los pies de Gravesen, que es como poner a un manco de camarero. Los vasos nunca llegarían a los clientes, del mismo modo que los balones que pasan por las botas del danés casi siempre terminan donde no deben. Beckham no fue el de las últimas semanas y no supo tomar el relevo de Guti y Zidane en la organización. Cuando ellos fallan, el inglés suple las ideas de sus compañeros con esos pases en diagonal que tanto daño hacen y tan bien aprovechan Robinho, Ronaldo o el mismo Zidane. Contra el Arsenal no hubo ni pases ni ideas.

Y para terminar de incomodar y poner nervioso al Madrid estaba Thierry Henry, que avisó al Bernabéu de su jerarquía en el primer minuto. Recibió el balón y tiró un caño a Sergio Ramos, que no se veía superado con esa facilidad desde que Ronaldinho se exhibió en Chamartín. Si alguno tenía dudas de que el francés continúa siendo uno de los más grandes debieron desaparecer al comienzo del segundo tiempo. Henry aprovechó un error de Ronaldo para recuperar el balón en el centro del campo y desde ahí inició un esprint con la pelota cosida al pie que le llevó hasta Casillas, después de desparramar por el suelo a Mejía, Guti y Sergio Ramos. Cuando llegó ante Iker cruzó el balón como si tal cosa y se fue a celebrar el tanto. Un golazo digno de uno de los mejores jugadores del mundo.

Estudio previo

Wenger tenía muy bien estudiado al Madrid y sabía que por donde se rompe este equipo es por el centro, cuando Gravesen debe hacer lo que no sabe, y por la defensa, que no siempre está todo lo atenta que debería. Ya quedó en evidencia contra el Zaragoza y la historia se repitió frente al Arsenal. Henry, Reyes y Ljungberg no se cansaron de ganar la espalda a sus marcadores y llegaron hasta Casillas con la misma facilidad que uno atraviesa el salón de su casa. Así se plantó Reyes a los tres minutos ante Iker, que comenzó ahí una exhibición que se extendió durante todo el choque y evitó un desastre mayor para su equipo.

Las limitaciones defensivas de Cicinho también quedaron al descubierto y ello le condicionó en ataque. El brasileño no se fue hacia arriba con la misma alegría que de costumbre por la amenaza que suponía la presencia de Reyes y eso lo acusó el Madrid. En una de las veces que se animó a pisar el área inglesa, Cicinho reclamó un más que posible penalti de Reyes. Y por si fuera poco se lesionó Woodgate nada más empezar, con lo que el juego aéreo quedó mermado de forma notable.

El Madrid necesitó media hora para tirar a puerta. Guti rompió la línea de presión, combinó con Zidane y éste con Ronaldo, que se fabricó lo más parecido a una ocasión. Disparó desde el borde del área con poco peligro, pero al menos el Madrid se había decidido a probar a Lehmann, un espectador más hasta ese instante. Esta acción puso nerviosa a la defensa del Arsenal, que un instante después dejó solo a Beckham, que fue incapaz de superar al portero alemán en el mano a mano. El público animó al inglés después de su error. A Ronaldo, en situaciones similares, se le pita en el Bernabéu. Por cierto, el brasileño estuvo pero como si no. Su aportación al partido se redujo a poco más que ese tirito.

La desorientación del Madrid quedó reflejada poco antes del descanso, en una jugada ensayada convertida en un esperpento en su ejecución. Beckham sacó un córner y en lugar de enviar el balón al área busco a un compañero abierto para que empalmara sin dejar caer el balón. Ese futbolista que habitualmente golpea la pelota es Roberto Carlos, pero esta vez quien apareció para finalizar la acción fue Gravesen, con las consecuencias que uno puede imaginar. El balón volvió como un boomerang a Beckham, situado todavía en la banda derecha.

Cesc, Henry y Casillas

El gol de Henry no hizo más que aumentar el desconcierto del Madrid, en la misma medida que crecía la confianza del Arsenal, que se replegó y buscó el contragolpe para terminar de arruinar las ilusiones de los madridistas. Si no lo consiguió fue por Casillas, que se empeñó en viajar a Londres con la eliminatoria aún sin decidir.

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La entrada de Raúl y Baptista no sirvió para variar el rumbo del choque, que siguió bajó el control del Arsenal, gracias, entre otras cosas, a los inteligentes movimientos de Gilberto Silva, que nunca perdió su sitio en el centro del campo, y de Cesc, que colaboró en defensa y aún tuvo tiempo de descolgarse en ataque para sembrar el pánico junto a Reyes y Henry.

El espíritu de Juanito se quedó en la frustrada remontada de Copa contra el Zaragoza y el Bernabéu no empujó tanto como aquel día, paralizado seguro por la aparición de esos viejos fantasmas, que en tiempos recientes no traían más que derrotas y desesperación.

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